
lunes, 30 de noviembre de 2009
domingo, 29 de noviembre de 2009

Ya ves, me equivoqué.
Creía que era feliz,
Pensaba que yo lo tenía todo..
Tantos amigos, caprichos, Amores locos.
Tengo todo excepto a ti..
Que absurdo el día en que soñé
que eras para mí..
Pues tengo todo,
Menos tu mirada.
Y sin tus ojos,
mis ojos ya no ven nada.
Que absurdo el día en que soñé
que eras para mí..
Me sobra juventud,
Me muero por vivir.
Pero me faltas tu :(
sábado, 28 de noviembre de 2009

Duele reconocer.
Duele equivocarse y duele saber,
Que sin ti es mejor.
Aunque al principio no..
Me perdí...
Apenas te vi,
Siempre me hiciste como quisiste.
Porque siempre estuve equivocada.
Y no lo quise ver,
Porque yo por ti la vida daba,
Porque todo lo que empieza acaba.
Porque nunca tuve más razones para estar sin él.
Porque cuesta tomar decisiones,
Porque se que va a doler.
Y hoy pude entender.
Que a esta mujer,
Siempre la hiciste inmensamente triste.
Hoy que no puedo más,
Sigo decidida a dejarte atrás...
viernes, 27 de noviembre de 2009
miércoles, 25 de noviembre de 2009
lunes, 23 de noviembre de 2009
sábado, 21 de noviembre de 2009
miércoles, 18 de noviembre de 2009

Siento que estoy a kilómetros de distancia de mí..
mas y más estos días.
He estado debajo de muchos caminos,
pero nunca me conducen a casa..
Y ahora tan sólo no lo sé,
quién realmente soy.
¿Hay algo que no puedo ver?
¡¡¡Quiero entender!!!
Tal vez nunca seré quien era antes,
tal vez ya no la conozco...
O tal vez quien soy ahora
no está tan lejos del ayer.
Entonces intentaré... intentaré de hacer las cosas mas lento . Y encontrarme.. .poner mis pies de vuelta en la tierra.
Tomará tiempo pero sé que estaré bien..
viernes, 13 de noviembre de 2009
Capítulo 12: Adiós.Después de una muy linda tarde con Vanessa, cada una regresó a sus respectivos hogares. Seguía sin entender la razón de sus lágrimas. Toda esa noche de sábado estuve aferrada a mi celular. Tenía la extraña esperanza escuálida y triste, de que él llamara y dijera con voz aliviadora, como cuando el agua apaga un incendio dentro de uno, que con esa voz que yo amaba, pronunciara unas palabras como “¿Querés huir conmigo?”. Como en los cuentos. Aún si así fuera, no podría dejar a mi familia y amigos. Pero en un cuento todo se vale, éste era mi cuento, yo la princesa al estilo cenicienta, desesperanzada por un amor imposible… Él, radiante, simpático, solo él, mi príncipe rosa. Sí, rosa, cansada ya del típico color azul de los príncipes. El mío era diferente, era mío, era rosa. Que él venga, a salvarme, a resguardarme entre caricias y susurros… solo eso, no hacía falta nada material, sólo su calor, su cuerpo cerca. Mañana, se irían con él, esas esperanzas, las hojas arrugadas y manchadas de mi cuento sobre nosotros, se irían también las ganas de amar. Aunque también se quedarían junto a mí, como compañía, como sombra, esos miedos, miedo a volver a enamorarme, a perder mi corazón otra vez, perder mi lucidez por un amor… que puede irse a la semana próxima. Quizás no pueda volver a ser feliz sin él, aunque parezca exageración, pero por todos los que aún están cerca de mí, me verán feliz, me verán siempre feliz. Después de todo, quería ser una actriz, debería empezar por actuar el papel que yo deseara en mi vida. Pues luces, cámara, acción… mañana comenzaría la actuación.
Cenamos. Me sumergí intensamente en mis pensamientos, ésta vez no lloré. Quizás por dentro, pero no divisé ninguna lágrima. Aún así ese nudo en la garganta siempre estuvo presente. Felicitaciones pequeño, me encantaría darte un diploma, por asistencia perfecta, en todas mis penas. Mi último suspiro de éste sábado.
Un aroma inconfundible en la habitación, me despertó, era un asado que mi papá estaba cocinando. Después de refregar mis ojos, dar un par de vueltas más en la cama y dejar libres un par de bostezos… tomé el celular, y al ver la hora salté aterrada de la cama.
Eran las 14:30hs, su avión salía a las 16hs en punto. Me habían agarrado unas tremendas ganas de recibir un último abrazo suyo, un último Adiós, espero.
Tan solo de viaje, al aeropuerto, tenía como mínimo una hora. Tomé agitada la ropa que tenía a mano. Y me improvisé un peinado, algo desastroso. Pero no importaba, nada importaba, sólo importaba llegar, llegar a tiempo, verlo, una vez más, solo una.
Llegué a gritar “Después vuelvo” a mi mamá, y salí en busca de un taxi. Por suerte, gracias a Dios, encontré uno bastante rápido. Ahora solo tenía que esperar a llegar, la ansiedad me mataba, el miedo a no poder verlo me tenía ahogada. Odio eso de mí, desde que lo conocí a él, cuando me decido a no hacer algo, a no ir en su búsqueda, siempre termino haciéndolo.
Después de una hora, una interminable hora, llegué. Exactamente eran las 15:46hs. Comencé a correr desesperada, exhausta, asustada y sobre todo, enamorada, ¡Y de qué manera! Lo busqué por todos lados y no lo vi, subí las escaleras, las bajé… Pregunté por su avión, y mi corazón dio un salto, cuando escuché las palabras “Los pasajeros de ese vuelo ya subieron, si usted iba ahí, va a tener que tomar otro vuelo”. ¡No!. No quería perderlo. Salí corriendo al patio donde se pueden ver despegar todos los aviones, estaba absolutamente deprimida, me sentía culpable, una mala persona por tratarlo tan mal, sentía decaer mis esperanzas de ese último abrazo… Volví a tomar aire al ver el avión donde él viajaría, pero cuándo comenzó a andar por la pista… mi mirada lo siguió como deseando que regresara, que vuelva conmigo. O por lo menos que solo de la vuelta para hacerme trizas, total, me sentía destruida por dentro. Me senté mirando para el lado donde el avión desapareció, donde él desapareció, allí entre esas nubes, que aunque eran hermosas, cubrían el final de éste intento de cuento tan triste, yo que creía que teníamos una nueva oportunidad de ser felices juntos. Y colmada de sentimientos tan tristes, los dejé salir al exterior, por medio de una lágrima, solo una, tan pequeña, pero cubierta de un dolor tan grande.
De pronto, me sentí protegida, por un calor, calor de un cuerpo que conocía de memoria… abrí los ojos, me vi envuelta de un abrazo especial, único, no un abrazo de despedida. Mi corazón volvió a retomar su ritmo, aunque ahora un poco mas acelerado, un poco bastante. Mis ojos se cerraron nuevamente, pero de miedo. ¿A caso me había desmayado? ¿Estaba soñando? ¿Ese abrazo tan familiar era de…?
Cuando de pronto, una cosa, una sola, aclaró todas mis dudas… una voz, tan particular para mí, una voz “rosa”… suave que susurró con una hermosura única “Decidí quedarme, hace mucho”… Mis ojos abrieron rápido pero empañados en lágrimas. Y fui golpeada con un beso que esperaba solo en sueños. Dejó atrás a esa vida de perfección, rodeada de hermosos paisajes. Eligió quedarse, solo por una razón, la cual nunca pensé que siquiera consideraría… Ahora entendí la frase, no recuerdo dónde la escuché, que decía con muchísima razón que “Son los locos los que inventaron el amor…”
Por él comencé a escribir ésta historia, mi príncipe rosa… pero siempre pienso lo lindo que habría sido de nosotros si todo hubiera terminado así, juntos. La distancia nos separó pero nunca borró, lo que yo sentí con él, con sus abrazos, sus besos, sus palabras, todo. Por eso se lo dedico a él, mi Príncipe rosa… donde quiera que esté.
Fin
12 de Noviembre, 2009.
Yamila A. Díaz.
Capitulo 11: Últimos días.Me fui a mi habitación y vi la cámara en mi mesita de luz. La tomé y vi las fotos, de ese hermoso día. Nos veíamos tan felices, tan bien juntos. Nuestras miradas estaban llenas de luz, de alegría, de amor… rebalsaba sobretodo el amor, en nuestras miradas, en nuestra piel, en nuestras acciones, en todo. Eso no podía terminar tan pronto, ni tan pronto ni después… esto no tenía final. Mirando esas hermosas fotos, me quedé profundamente dormida…
El hermoso sol del miércoles me ayudó a abrir mis ojos, era una hermosa mañana, para todos, a simple vista, pero para mí solo era una más, después de todo, luego anochecería y allí se iría otro día. Le echaba la culpa a todo por su partida, al tiempo, a él, a su familia, al país por no estar lo suficientemente bien para que nadie quisiera irse… a mí tampoco me dejaba de echar culpa, si tan solo hubiera llegado temprano a esa maldita clase de teatro. La tristeza me dejaba sin energía, sin ganas de nada. Me quede un rato pensando y mirando las fotos de mi cámara un rato. Hasta que mi mamá abrió la puerta de mi pieza:
-Elizabeth despertáte de una vez, está Vanessa al teléfono.
-No tengo ganas de levantarme. Decile que estoy ocupada.
Mi mamá cerró la puerta y siguió hablando con Van, pero al instante entró nuevamente. – Dice que te dejes de hacer la boba y que la atiendas.-
-No quiero. ¡No me quiero levantar mas de acá!- pegué un grito fuerte.
-Bueno dice que está bien, no la querés atender, viene en camino para acá.- me dijo mi mamá muy calmada con respecto a mi reacción.
- ¡No! No quiero que venga nadie más… quiero estar sola…- comencé a llorar.- No quiero encariñarme con nadie más, no quiero sufrir nuevamente lo que ya sufrí…-
- Cortó, dijo que venía para acá- mi mamá se sentó junto a mí- Se que vas a pensar que no te entiendo y que no me debería meter. Pero hay cosas mucho peores en la vida, y vos tenés muchísimas cosas buenas que no estás viendo… deberías estar mas feliz…- dijo acariciándome la cabeza.
- ¿Cómo cuál?- le contesté mas calmada.
- Como que todavía tenés a tus dos papás, no viviremos para siempre y no creo que quieras que hasta que eso pase te veamos así de mal y que no quieras compartir lindos momentos con nosotros…- me dolió profundamente ese pequeño discurso suyo- Tenés a Van también, que te quiere muchísimo. Muchas amigas. Tenés una salud excelente, sos hermosa… y todos te amamos Elizabeth.
- Pero vos misma lo dijiste…- dejé caer lágrimas, otra vez…- Ustedes tampoco serán para siempre…
-Pero mi amor… con más razón tenés que disfrutar el momento. Nada es para siempre. Pero no solo para ti, para todos, mi vida. Tenés que vivir el ahora, disfrutar la vida, porque tampoco vivís para siempre- miré arrepentida, asumiendo que tenía razón mi mamá. Como siempre…- Así que te voy a preparar algo rico de comer. Vestite dale. Que estará viniendo Van.
Ella se levantó para irse, pero la tomé del brazo.- Gracias mamá- es lo único que me salió decirle en el momento. Al oírme ella me abrazó.- De nada, para esto estamos las mamás, mi amor- y luego se fue. Me puse algo casual y almorcé. Comencé a ver todo diferente, no estaba feliz, pero no pensaba que el mundo se terminaría, por ahora.
Eso no significaba que estaba contenta con que él se fuera. Para nada. Pero viví, se podría decir, normalmente, el resto de los días. Ya era sábado. Vanessa llamó nuevamente, para venir a mi casa. Mi casa era su casa, e ídem. Nos conocíamos hace tanto y somos tan amigas, que ninguna de nuestras familias tiene problema de que ella venga o yo valla. Abrí la puerta.
- Hola Liz…- dijo Van algo triste- ¿Vamos a caminar?
-¿Qué te pasa?- le dije muy, realmente preocupada- Contáme, me estás asustando.
- ¿Podemos ir a caminar?- repitió. Estaba muy asustada, era raro verla mal a Vanessa. Siempre fue una chica fuerte, la del corazón coraza (Mario Benedetti). Aquella que no deja ver a los demás como se sentía. La que tampoco quería dar pena. Tomé mi mochila y salí. Comenzamos a caminar, creo que caminamos una o dos cuadras sin pronunciar palabra alguna. Hasta que ella dijo.
-Me llamó Aarón…- alcanzó a susurrar.
-¿Qué importa? ¿Qué te dijo?- detuve su caminar frenándola con el brazo- ¿Por algo que el te dijo estás así?
- Me dijo que el avión sale a las 16hs. Que podrías, si por lo menos te queda algo de lástima por él, ir a despedirlo al aeropuerto.-me miró a los ojos y sonrió- Él te ama Elizabeth. De verdad te ama.
- No sé si iré, pero aún no me contestaste por qué estás mal.- dije evadiendo el tema.
- No, no me dijo nada malo él. Lo que pasa es que me pone mal que ustedes se amen tanto y se tengan que separar- le corrí la cara para que me mire a los ojos.
- ¿Eso es nada más?-
- Si, te lo juro- sonrió- Ese amor vale la pena Liz.
- Lo sé- fueron las únicas palabras que llegué a pronunciar antes de recibir el impacto del abrazo fuerte y sincero de Vanessa.
-¿Qué tal si compramos un poco de helado de vainilla para alivianar las penas?- dije yo separándola lentamente de mí- Mejor es tomar helado, antes que alcohol para alivianar las penas.- Ella sonrió.
Compramos ½ de helado de vainilla en la primera heladería que encontramos y nos sentamos en la primera vereda polvorienta que encontramos en nuestro camino, sin rumbo. Aunque sí teníamos rumbo, no un lugar geográfico, sino hacia un lugar de paz, de profunda paz donde podamos ser felices, sonreír y no preocuparnos por nada más. Pero siempre hay algo por qué luchar, algo que lograr. Sino la vida sería aburrida.
Terminamos el helado mirando que estaba terminando también el día. Así como nuestro helado, las horas se habían acabado el día, como nuestras cucharas a la vainilla. Solo quedaba el esqueleto visible del día, los recuerdos, como el del helado era el triste telgopor, que siempre nos recordaba el dulce y refrescante sabor de su contenido. Como los recuerdos que nos hacen querer vivir nuevamente aquel momento. Todos los finales son tristes, aunque siempre algo comienza.
Era el final del sábado, y el principio de un Adiós.
Capítulo 10: decisiones importantes.La descripción de los personajes tomó todo el resto de la clase. Salí de la escuela de teatro y empecé el viaje para regresar a mi casa. El largo viaje a casa. Mi cabeza no dejaba de recordar, de sufrir y no me podía distraer, pensaba que cada día, cada segundo, se acercaba más y más el momento al que tanto miedo y desprecio le tenía. Su viaje era inevitable, no podía hacer absolutamente nada para lograr que se quede acá, que se quede, conmigo.
Sus padres tenían asegurado un muy buen trabajo allá, con un mejor sueldo, seguro, lo que también le proporcionaría una buena casa, ni hablar de la educación que iba a obtener… no podía querer alejarlo de eso, sería muy egoísta. Pero el amor mismo es algo egoísta. Él tendría una vida perfecta, sus padres, un hermoso paisaje y rodeado en lujos. Por un lado me sentía muy culpable por ser la única razón, casi seguro, por la que él se quería quedar. Se que mi corazón nunca lo dejaría ir, ni a él, ni a los recuerdos de éste hermoso tiempo con su compañía. Recuerdos, esos recuerdos…. Los que me atormentarás todos los días y más aún por las noches. Irremplazable, lo es y lo será siempre, pero a veces el tiempo arrasa con todos o con casi todos los sentimientos…
Después de todo, ambos somos jóvenes, entiendo que si lo perdiera, va a haber más amores, para los dos, pero dudo que alguno me afecte tanto como éste amor, como su amor. Será mi martirio intentar olvidarlo, por eso no quiero ir a despedirme, no quiero más recuerdos tristes. Prefiero, que en el futuro al pensar en él, me saque muchas sonrisas y que si me sacara algunas lágrimas, solo sean de alegría. No quería despedirme, pero lo necesitaba… No quería abrazarlo sabiendo que quién sabrá cuando lo volvería a abrazar, pero él no merecía irse pensando que me importaba tan poco como para ni siquiera decir “adiós”. No quería besarlo, pero quería, solo me detenía el miedo de que sea el último beso en muchísimo tiempo o quizás para siempre…
Tomé el celular entre mis manos y lo apreté fuerte contra mi corazón. Intentaba comprender que con mi viaje no iba a ser yo la única que sufría. Esta vez, quería llamarlo, pero no podía. La tristeza me tenía atada al celular, en vano, porque los ojos los tenía ciegos por las lágrimas y el miedo de no usar las palabras correctas, ya que parece que serían las últimas, me acallaba la voz. Lo amo… demasiado me encantaría seguir en una relación con él, a pesar de la distancia. Pero todos sabemos que no se puede. Nuevo lugar, nueva casa, nuevos amigos, nuevo “todo”. Pensar, que irónico, que si no hubiera llegado tarde a aquella clase de teatro, no habría corrido para llegar a tiempo… no lo hubiera chocado, quería volver a verlo… pero si habría sabido que se tenía que ir tan lejos, tan pronto… hubiera preferido que siga siendo un recuerdo triste pero lejano… una herida profunda pero ya oculta… Lo único que conseguí con este reencuentro tan casual, fue además de pasar un tiempo chiquito pero hermoso, recordar ese sentimiento tan horrible de sentirte obligada a olvidar algo, que sentís que es vital para vos…
Llegó el tren a la estación, solo tenía que tomar un colectivo más y al fin llegaba, a casa. Caminé unos pocos metros a la parada del colectivo, estaba cerca. Esperé. Creo que lo que más me molestaba del amor, es que no entendía por qué me importaba tanto. El colectivo no tardó nada en llegar, subí, saqué el boleto y me senté. Luego de unos minutos llegué a mi casa, pero al entrar encontré una nota de mi mamá de que se había ido a comer de una de mis hermanas, que no vivía lejos de casa. En la nota decía que si quería ir que la llamara y me venía a buscar. Pero con todo lo que me rondaba en la cabeza, preferí aprovechar para estar en paz un poco en mi casa. No tenía hambre.
El domingo él se iría, hoy ya era martes… el dolor cada vez era peor, sentía que gran parte de mi se iría junto con él, junto con mi corazón. Me preparé un caldo porque mucha hambre no tenía y me lo llevé a la terraza, para tomarlo mientras hacía mis típicas preguntas que rondaban por el mismo lugar, en los mismos horarios, y como siempre, esperando en vela, respuestas. Miraba la luna, la musa de los poetas, y la protagonista infaltable de una noche romántica. Cuando iba a la secundaria, y tenía algún problema sentimental, siempre tomaba como ejemplo a la luna para sentirme mejor… Decía que la admiraba muchísimo, aún más que al sol. Ella no tiene luz propia, pero reflejando la luz del sol, es un hermoso adorno, que junto con las estrellas, me hacen amar mas la noche que el día. A ella no le preocupa no tener luz, ella solo da lo mejor de sí y por las noches conversa con las estrellas, quizás sobre los amantes que por ella, confiesan su sentir, sacando su inspiración y agradeciéndole siempre, por ser ése reflector, que vale más que los reflectores del escenario de un teatro. Las luces están, ahí como en todos lados, pero cada uno le da el valor que quiere. Para mí, ella es el único reflector que vale más para mí, más que los del mejor escenario de todo Buenos Aires. La luna me conoce desde que nací, y quién sabe si no me conoce desde antes. Ella siempre escucho mis penas, siempre iluminó las noches mas oscuras de mi vida, como las de esta tortuosa semana. Escuché, ni recuerdo de dónde, que el destino de uno lo hace justamente uno. Cada uno es obrero de su construcción. Si nos sentamos a lamentarnos porque no tenemos los mejores materiales para hacer una catedral con vitrales admirables. No podemos ver que quizás lo que tengamos nos alcance para construir una hermosa casa, si tenemos solo caños y pocas maderas, no vemos que podemos hacer una hermosa plaza con juegos infantiles, si quizás tenemos sólo plantas, flores, no podríamos disfrutar del hermoso jardín que con esfuerzo y dedicación podríamos construir. Me recuerda a lo que también escuché de no se quién, que uno “no es dueño de lo que le pasa, sino de lo que hace con lo que le pasa”. Aarón se iba a ir, sí, pero de mí dependía lo que yo iba a hacer antes y después de su viaje. De mi dependía si por orgullo o miedo, miraba para otro lado, mientras él subiera al avión. O si lo despidiera con un dulce abrazo, un beso y un simple “adiós”. De tantas preguntas flotando en el aire de la noche que estaba más callada que nunca, se me enfrío el caldo que iba a ser mi cena. Tomando en cuenta las complicaciones que se me presentaron, cenar un caldo frío, no me parecía tan grabe. Interrumpió mis pensamientos, el ruido del motor del auto de mi papá, que regresaba a casa con mi mamá.
Baje a las apuradas del techo, dejé mi taza en la cocina y les abrí la puerta.
Hola hija, ¿Comiste algo? Hubieras venido a lo de tu hermana.
-No, tenía sueño. A demás, no tenía ganas de salir, me duele la cabeza…
-¿Te sigue doliendo? No tengo nada ahora para que puedas tomar.
-No importa, ya me voy a dormir.-la besé en la mejilla y la abracé.
-Que descanses.
-Igualmente.
Capítulo 9: Puntos de vista diferentesMe desperté con mucho dolor en todo el cuerpo y un fuerte dolor de cabeza. Vanessa estaba tomando mate con mi mamá en el comedor. Al saludarlas, me senté con ellas en la mesa.
-Me duele absolutamente todo- dije tomándome la cabeza con las manos.
-Bueno te voy a buscar algo para tomar hija- me dijo mi mamá levantándose de la mesa y alejándose para el living.
-Elizabeth, no te enojes pero hoy de tu celular llamé a Aarón. Me dijo que hoy iban a confirmar los boletos y que este domingo se iría a las cuatro de la tarde.
-Ah… ¿Y te dijo algo más?- dije mirando la mesa.
- Me pasó el número de la casa donde está viviendo con los padres, me dijo que si no estaba ahí… estaría en lo del hermano, dijo que se la pasaba allá… así que me pasó ese número también. Los anoté en tu celular.
- ¿Le dijiste algo de mí?-
- No, le dije que andabas mal solamente… él me contó que anda igual o peor…
- Jajá si, claro…- reí irónicamente.- De tanto pensar, mejor no quiero verlo más… ¿Sabes?... ¿Por qué tengo que herirme viéndolo ésta semana?... Yo tampoco tengo la culpa y sufro igual.
- ¿Estás segura?- me dijo mirándome a los ojos con cara de no respaldar mi decisión.
-Completamente…- dije con las lágrimas en la garganta. Volvió mi mamá con una pastilla y un vaso de agua.
- Esto te va a sacar el dolor de cabeza, así te sentís mejor… Faltan unas tres horas para tu clase de teatro… ¿Vas a ir?- me dijo mi mamá con preocupación.
- Sí, voy a ir.- dije tomando la pastilla y el agua- Quizás me encuentre en el camino algún amor pasado.- dije enfurecida dejando el vaso en la mesa con mucha bronca, y me fui para el living.
Me senté en un sillón abrazando un almohadón con tristeza y nostalgia. Vanessa se sentó junto a mí. Yo dejé caer unas cuantas lágrimas.
- Me encantaría poder ayudarte Liz… Pero qué se yo… Sos joven, sos linda… No es el único pibe del mundo.-
-Ya sé que no es el único pibe del mundo… pero es único para mí. Nadie lo entiende porque nadie está en mi lugar. Y nadie siente lo que yo siento cuando él está cerca.- le dije harta de sentirme mal.
-Bueno, ya sé que no puedo hacer nada. Pero sabes que estoy siempre Liz. Tenés que ir a teatro. Me voy yendo a mi casa.- me dijo frustrada.
-Nos vemos.- le dije.- Gracias por siempre estar…- me sonrió y se fue.
Entonces, me levanté y me dirigí a elegir la ropa para usar en mi clase de teatro. Hoy nos van a asignar los papeles para la obra que deberemos representar en un teatro muy conocido. Quería un papel protagónico y debía actuar fingiendo que estaba en condiciones de olvidar lo que sentía por unos segundos e interpretar el guión que me dieran.
Tomé un baño de agua tibia para relajarme, y una taza de café para despabilarme. Luego emprendí viaje para capital. Camine hasta el punto donde me había chocado con él, miré donde había caído por el impacto y luego seguí caminando hacia mi clase de teatro. Me senté con el resto de los alumnos que íbamos a hacer la audición, esperando que nos den el libreto. La profesora nos contó que ésta era una obra que nadie conocía porque la había escrito ella y que según como interpretemos el papel que nos daba ahora en la audición, ella nos asignaría después el personaje que nos correspondiera mejor. Me acercaron un personaje que justamente era demasiado alegre… “Gisela”… ojee un poco lo que decía y asumí que era una mucama simplemente agradecida del destino que le tocó, que a todo respondía con sonrisas pero por dentro sentía que algo le dolía… Su trabajo consistía mayormente en cuidar a los adolescentes de la casa. Los cuales eran muy desobedientes, pero la querían mucho. Con resaltador estaban marcadas las frases que debíamos representar. Llamó a dos alumnos que estaban junto a mí y me dijo que me prepare. Repasé la situación que el libreto planteaba, pensé en que tonada de voz usar… intenté meterme en el personaje. Luego de unos veinte minutos me llamó la profesora.
- Buenos días señorita. ¿Está lista? Yo tengo fe en usted, se que será uno de los papeles protagónicos.- me dijo al entrar, alentándome.
- Buenos días profesora, estoy lista. Esperemos que así sea.- le contesté.
- Entonces, cuando quiera comience- respondió con una sonrisa.
... “Chicos, tienen que dejar de meterse en tantos problemas… Saben que los adoro, pero también los tengo que cuidar”- dije fingiendo estar enojada y con tono de regaño- “No deben arriesgar tanto su salud…”
-Espera, ¿Te ocurre algo?- dijo en tono preocupado la profesora.
-¿Tan mal estuve profesora?- dije intentando sonreír.
-Sentáte junto a mí- me dijo señalándome una silla junto a ella- ¿Sabés que una persona aunque actúe perfectamente bien, nunca puede esconder lo que su alma siente?
-No, no sabía eso- dije mirando el suelo- No tiene importancia… ¿Mi audición como estuvo?
- Actuaste perfecto Eli, pero… veo tristeza en tus ojos…-me dijo abrazándome- ¿Está todo bien?
-Son males de amores solamente- dije levantándome y sonriendo burlonamente- No es nada grabe.
-Quizás a los demás no les parezcan grabes, pero su grado de gravedad, solamente lo sabe quien está sintiendo ese dolor… Tienes un papel protagónico, luego te doy el libreto.- comencé a dirigirme hacia la puerta- Que se mejoren esos males de amores…
-Gracias por su interés… Profesora- dije al cerrar la puerta.
Luego de que terminó la audición de todos, que tomó mas o menos una hora. Nos restaba una hora de clase… Así que la profesora. Nos asignó los papeles. Cambié de identidad, para convertirme en Thiara, una princesa de un lugar ficticio… que sufría por estar entre el deber y su sentir… Luego de asignarnos a cada uno nuestro papel a interpretar en la obra del año empezó a explicar que motivación tenía cada personaje.
- Thiara princesa soñadora e infantil, era muy feliz en el reino. Hasta que le empezaron a mostrar todas las obligaciones que debería cumplir cuando se convirtiera en la reina. Los paseos reales por el pueblo, organizaciones de eventos, etc. Le asignan un caballero…- me mira sonriente como burlándome- este caballero, Walter, la ayudará a aprender estas obligaciones. Casualmente, de pasar tantos momentos juntos, surge algo entre ellos que podemos llamar era algo más que simple cariño. Thiara se siente mal por tener obligaciones tan firmes que bloquean su punto de vista de su felicidad… escapar con él. Muy bien ése fue tu personaje Elizabeth. Ahora vamos con Walter. Bueno él era un muy prestigiado caballero del reino, sabía con perfección cada detalle de las reglas del reino. Lo cual le hizo enfurecerse mucho consigo mismo al descubrir su cariño hacia la princesa. Se sentía sucio, sentía que le estaba fallando a su familia que hacía varias generaciones servían a la corona… Siente muchas dudas, las cuales se disipan cuando visualiza cerca de él a la princesa... Luego está el personaje secundario de Fita, la reina. Ella está feliz de ver a su hija aprendiendo sus deberes reales, se siente muy orgullosa y la presume por todos los lugares. Cuando se entera de sus amoríos con un hombre “inapropiado”… muere por separarlos pero siente pena, aunque sea mínima por arruinar la felicidad de su hija, también tiene muchas dudas y miedos de lo que el resto del reino pensaría si se enteraran…-
Capítulo 8: La estación del trenAmaba que se preocupara tanto por mí. En el subte estaba muy nervioso y miraba por la ventanilla. Eso aumentaba mis miedos de que sea algo grabe lo que le estaba pasando. Después de mucho intentarlo, lo convencí de que me deje en la estación del tren de cerca de mi casa y el se vuelva para capital. Pero cuando llegamos a la estación, rompió el incómodo silencio y me dijo: -No sé como explicarte Lizzie, yo no sabía si desaparecer así sin decirte nada o lastimarte desde ahora…- me dijo mirando a todos lados menos a mí. Tenía un brillo en los ojos diferente del usual… un brillo triste…
- ¿Qué? ¿Desaparecer? ¿De qué me hablás?- comencé a levantar la voz y a alterarme. Las lágrimas brotaban de mis ojos y sentía que mi corazón poco a poco descendía sus latidos. – Yo creí que me amabas…- le dije queriendo salir corriendo. Pero me sostuvo del brazo y ahí sí, por fin me miró a los ojos.
- Nunca digas que no te amo, ni siquiera lo insinúes- me dijo muy serio y con los ojos empañados de tristeza – No me quiero alejar de vos pero es más fuerte que yo… mi familia se va a mudar a España-
-¿España?... ¿Por qué? ¿Cuándo?- mis labios no alcanzaban a decir todo lo que mi cabeza quería preguntarle.
- A mi papá le ofrecieron un trabajo muy bueno allá… a mi me ofrecieron una beca en un lugar muy bueno para estudiar. Me tengo que ir…- ahora su mirada en mis ojos dolía mucho… Y no quería sentirla más sabiendo que en un tiempo ya no iba a estar… simplemente se desvanecería de mi vida… como antes…
-Pero- bajé la mirada- ¿Cuándo?
- Ahora sos vos la que no me puede mirar a los ojos…- me abrazó- Si yo hubiera sabido que me tendría que ir, hubiera sido mejor no encontrarte… No te quería volver a lastimar… Me siento muy mal por esto.
-¿Cuándo?- le dije casi gritando, con la cara empapada de lágrimas y lo alejé con fuerza.
- En una semana…- dijo al volverme a abrazar. Intentó besarme pero me alejé.
- No, de nuevo. ¿Por qué me pasa a mí todo?- dije y salí corriendo hacia la parada de colectivo. Saqué el boleto y me senté. Todavía no podía creer cuan rápido se puede perder a alguien tan importante. Mi celular comenzó a sonar, era él… Lo volví a guardar. No quería mas despedidas. Ya con dos estaba conforme, supongo.
Todo el viaje estuve mirando la ventanilla e intentando controlar mis lágrimas que se escapaban de mis ojos tan rápido que no podía fingir que no estaba mal, tampoco llegaba a atajarlas con mi mano.... Si Dios hacía que esto fuera así nunca lo iba a entender, si quería esto por qué me hizo encontrarlo de nuevo…
Abrí la puerta de mi casa y sin saludar a nadie, me encerré en mi habitación y me tiré en la cama. Mi celular no cesaba de sonar. Cuando paró aunque sea un momento, lo tomé y llamé a Van. – ¿Van?- le dije con un hilo de voz.
- ¿Liz? ¿Qué te pasa?… estás llorando- me dijo muy preocupada.
- Vanessa… por favor… pedile a tu mamá si no te podes quedar a dormir en mi casa hoy… necesito hablarte… si no te deja no importa… no te preocupes - le dije con voz entre cortada.
Se escuchó que murmuraban detrás.
- Me dejó. Esperá que me cambio y voy.- dicho esto le corté.
Salí de mi habitación disimulando mi tristeza lo mejor posible y le dije a mi mamá que Anita iba a venir a dormir. Se mostró algo molesta porque fue inesperado, pero no me dijo nada más porque notó que algo me pasaba. Al parecer, no se animó a preguntarme.
Volví a mi habitación a largarme a llorar nuevamente. Hasta que golpeó la puerta de mi habitación Anita. Y le dije que pase. Apurada vino y me abrazó.
- Liz… ¿Qué te pasó? ¿Fue ese estúpido de nuevo no?
- Si… no sé… lo peor es que no puedo culparlo… su familia y él se mudan… Vanessa… a España… en una semana…- le dije como pude y luego seguí llorando.
- No estés mal… Por lo menos volviste a verlo… -
Comenzó otra vez a sonar mi celular… Lo tomé entre mis manos sin atender…
- Debe estar preocupado… me fui corriendo de la estación de tren…- dije al mirar con lástima el celular- Pero no quiero mas despedidas, me cansé… de amarlo, que después se valla y yo lo espere sin tener siquiera la seguridad de que va a volver…
- ¡Atendé! Debe estar preocupado Liz… No fue su culpa-
- No sé…- no quería volver a escuchar su voz sabiendo que lo perdería de todos modos.
- Aunque sea si querés le hablo yo… para decirle que estas bien-
- No, dejá. Yo... le voy a hablar…- presioné el botón de atender y puse el teléfono junto a mi oreja- hola…
-Lizzie, ¿Estás bien?... ¿Estás en tu casa?- se escuchaba muy mal y preocupado.
- Ya llegué… solamente no quería que te preocuparas… chau… - le dije comenzando a llorar otra vez.
- Esperá… si no querés que te hable más… decímelo ahora. No quiero hacerte peor… Parece que siempre empeoro todo…- me dijo casi susurrando.
No sabía que contestarle… no es que yo quisiera que no me hable más, pero parece que la vida si lo quiere… si le decía que no, no me iba a volver a llamar ni a ver… y si le decía que lo necesitaba… no tenía sentido porque se va a ir igual. No estaba segura de nada, de lo único que estaba segura es que me sentía muy mal.
-¿Y? contestame…- me apuraba…
- No sé, porque aunque te quiera seguir hablando, no te voy a ver más igual… En este momento, no confío ni en mi misma… Yo te necesito pero… parece que la vida no quiere vernos juntos…- no podía hablar más, hasta la cabeza me dolía de tanto llorar.
- Entonces, si tanto te lastimé. Lo mejor va a ser que me valla a España… Te amo Lizzie, como nunca amé a nadie- y luego se escuchó el tono.
-¿Qué te dijo?- me preguntó Van abrazándome.
- Que me lastimó tanto que lo mejor es que no me hable más… Y que también era mejor que se valla a España así no me lastimaba más…- le dije mirando el celular y intentando dejar de llorar, en vano.
- Bueno Liz, podes conseguir otro chico. No es el único del mundo. Lo tenés que olvidar. Ya está.
-¡No está! Si antes no pude, ahora que me enamoré mas… no voy a aguantar ni esta maldita última semana… Para colmo ahora me entero que me ama…
-¡Elizabeth, Vanessa a comer!- se escuchó que mi mamá nos llamaba.
-Van anda a comer, y decile que no tengo hambre hoy…
-Ya comí… igual le voy a avisar…-
Vanessa salió de la habitación y yo tomé mi mochila. Al abrirla lo primero que ví fue la cámara. Pero sería un completo masoquismo ver las fotos. Así que solo la dejé en la mesa de luz. Y me cubrí con el acolchado de mi cama. Abrió la puerta Van y entró. Se tiró en el colchón que había en el piso junto a mi cama.
- ¿Para qué servirá el amor no?- me dijo mirando el techo. Yo no le contesté y seguí internada en mis pensamientos…- Liz tratá de estar mejor… estar mal no soluciona nada…-
-Ya sé… soy una experta en ponerse mal…- sonreí entre lágrimas y miré a Van- No quiero dejarlo ir otra vez…- más y más lágrimas salían de mis ojos… ella me tomó la mano.
-Yo tampoco quiero que él se valla, nunca te veo tan feliz como cuando él esta cerca…-
- Es que, cuando esta él… tengo pruebas de que la magia existe…- solté su mano y abracé mi almohada- No puedo perderlo… no quiero ni pensarlo…
- Si es algo tan importante para vos… no se van a separar… Estoy segura Liz… Todavía no se fue…
-Perdón Van, gracias por venir… pero quiero dormir un poco… así olvido un poco este tema…- al decir esto me di vuelta y miré la pared…- Buenas noches.
- Está bien Liz, de nada… sabes que podés contar conmigo siempre.
Cerré los ojos, intenté pensar en otra cosa o no pensar… todo en vano. No podía dormir, me sentía mal. Me dolía absolutamente todo… desde el cuerpo al alma. Después de intentar dormirme un buen rato… me volteé y al mirar a Van me di cuenta que estaba dormida. Miré la cámara… la tomé y la volví a guardar. Me levanté, puse el celular en el bolsillo de mi pijama y me dirigí a la cocina. Puse agua a calentar para tomar mates un rato por si el sueño se decidía a venir esta noche. Curiosa noche. Que fácil es como se terminan las cosas de un día para otro, era increíble la rapidez con que tu mundo se derrumba… como las gotas de lluvia que resbalan por tus dedos cuando las querés atrapar. Cambié la yerba del mate y pensaba “qué metáfora”… sacamos la yerba vieja por la nueva… Y si dejamos yerba vieja mucho tiempo en el mate… marca la madera… Como cuando dejamos a ésa gente importante entrar en nuestra vida… que nos marca de una manera muy especial. Que aunque tratemos llenándonos de otras personas nuevas, esas marcas quedan… Y nunca se olvidan. En fin.
Mientras se calentaba el agua, me dirigí a mi habitación y tomé mi cubrecama, Vanessa estaba dormida profundamente, no notó mi presencia. Llevé todo el equipo de mate al techo y me cubrí con el cubrecama. Me gustaba estar sola mirando el cielo de noche y reflexionar. Hablaba sola… quizás algún día alguien, algo, me conteste ésas preguntas que surgen a la madrugada.
“Será que no tengo que estar con él, que él no tiene que estar conmigo…- tomé mate- Será que solo es mala suerte…-revolví la yerba con la bombilla y agregué azúcar- Será que a éste mundo vendremos a sufrir…Será ésta la voluntad de Dios o quizá me lo merezca por alguna cosa que habré hecho… como castigo.”
-Será que quizás sea para ver que no solo él esta junto a vos para ayudarte y escucharte...- dijo una voz subiendo las escaleras.
Volteé rápidamente sobresaltada, y ví a Van.
-Siempre quise que alguien me conteste… no precisamente vos pero… es bueno escuchar distintas opiniones…- miré el mate con melancolía- Ya se que vos estás junto a mi para escucharme y ayudarme… pero… si él se fue de un día para otro… como estar tan segura que vos no te irás también algún día…-
Vanessa trajo su cubrecama también y se sentó junto a mí en el techo- Lizzie deja de preocuparte por el futuro… viví el hoy. Aprovechá el momento. Si ahora te lamentás por el pasado y no vivís el presente. En el futuro va a pasar exactamente lo mismo…- Vanessa comenzó a cebar mate.- ¿Con azúcar?
-Sí con azúcar- sonreí levemente entre lágrimas- Querés decir… que debería pasar con él ésta semana como si nada… ¿y después dejarlo ir?- Van me alcanzó un mate.
-Son puntos de vista diferentes… creo que después lamentarías que se valla sin haber estado con él… cuando mas te necesitaba-
-Después de todo él no tiene la culpa… ¿No?- tomé mate y la miré. En mis ojos llovía tristeza- No, él no se merece que lo deje ir así…
-Pero te conviene dormir ahora, que vas a hacer a estas horas de la noche Liz.- Van se levantó- Tuviste un día difícil.-
Asentí con la cabeza y ayude a dejar cada cosa en su lugar. Me volví a acostar y creo que el agotamiento le ganó a la depresión. Porque conseguí conciliar el sueño.
Capitulo 7: Tercer y último aviso.No sé porque me afectan tanto estas cosas, creo que porque ya viví lo que es cuando uno deja de extrañar a una persona y pasa a necesitarla… Creo que el sentimiento de “extrañar” como decía una profesora mía de la secundaria, “Hay cosas que no se pueden contar, que para entenderlas realmente, se las tiene que sentir.” Yo cuando apenas hacía días que no lo veía, pensaba que no era tan grabe… que quizás fue un “tonto amor de escuela”. Pero cuando pasaron unas semanas, comenzaron a invadirme dudas de si realmente era así. Creo que precisamente al mes y medio, terminé convenciéndome que había perdido algo muy necesario e importante para mí vida. Que gracias a Dios, el destino, o la suerte, no lo perdí.
El silbato del tren me despertó de mis intensos pensamientos, miré la hora, seguro que llegaba a tiempo. Porque al final, me quejo pero soy igual a los demás, el tiempo termina siendo tan poderoso, dice si llegás temprano o tarde, si estas joven o viejo, y muchas otras cosas.
Me paré frente a la cafetería y con la vista nublada con dudas… entré. Él estaba ya sentado en una mesa, con un café , jugando con la flor del florero, un florero en cada mesa, anunciando por todo el lugar la alegría de la primavera, pero a mi no me causaba efecto… al ver sus ojos tristes mirarme, creo que me puse peor. Me acerqué y le dí un beso en la frente, como los que te daba mamá cuando te lastimabas.
-Llegué… ¿me esperabas hace mucho?- dije al sentarme frente a él.
- No, no sé, por ahí… no estoy pendiente del reloj últimamente. Cuanto menos piense en que el tiempo pasa, mejor…- dijo pero mirando para otro lado, no lograba que me mire a los ojos.
- Bueno basta de misterios…- lo tome de la mejilla corriendo su cara para que me mire- necesito saber que es lo que te pasa.
- Mejor que yo te lo diga cuando esté listo. Me conocés, no soy una persona muy transparente con los demás.
- Pero me preocupás, no sé parece que te vas a morir de las frases que me tirás a cualquier pregunta.- comenzaba a ponerme nerviosa.- Yo te amo, no puedo vivir tranquilamente sabiendo que algo te anda pasando.
- Solamente no quiero arruinar este hermoso día con mi novia, contándole mis problemas…- tomó lo ultimo de su café- no me voy a morir, para que te quedes mas tranquila.-
Sus intentos para calmarme, fallaron en el intento, pero fingí que me tranquilizaba solo para que él esté mejor. Me levanté despacio de la silla y le tomé la mano con mucho amor. Realmente estaba asustada. – Vayamos a ir al rosal a ver la magia de la primavera-
Él levantándose, me sonrió y dejó un billete en la mesa para pagar su café. Al traspasar la puerta, sentí un escalofrío y lo abracé. -¿Tenés frío?- me dijo al abrazarme mas fuerte. –Jaja, no, solamente fue esa brisa de viento. Fue raro que haya viento de aire frío en pleno sol- le contesté extrañada. –Pero no hay viento, habrá sido una brisa- dijo para tranquilizarme nuevamente. Comenzamos a caminar hacia el rosal, abrazados, nunca me sentí tan protegida por alguien. Estaba tan feliz, y no podía evitar sentir el miedo de perderlo de nuevo, cuanto más tiempo pasaba, parecía que lo amaba más y que el miedo de perderlo se duplicaba. Pero cuando lo miraba, y el me sonreía… me invadía una profunda calma, aunque la intriga de saber su gran misterio no desaparecía ni por un segundo.
Cuando llegamos al rosal, era una vista hermosa. Lo primero que hice al llegar fue sacar mi cámara y comenzar a sacar fotos. Parecía una niña en una juguetería, agarraba la mano de Aarón y comenzaba a correr por todo el lugar. Después de un rato, agotada me dejé caer junto al lago que estaba cerca del rosal y me puse a observar a unos pequeños patos que nadaban tranquilamente por sus aguas. –No te me vallas a caer…- me dijo él abrazándome y sonriendo. Yo no le contesté y me hundí en sus brazos. Saqué la cámara de mi mochila y le pedí a una señora que pasaba por ahí que nos tome una foto con el lago de fondo. Era una foto hermosa, como para ponerla en un cuadro donde siempre la vea. – Saliste re lindo- le dije mostrándole la imagen de mi cámara.
- Es que yo soy muy lindo, y tengo una novia más linda todavía- dijo abrazándome nuevamente.
- No quiero que este día termine…- le dije mirándolo a los ojos.
- Yo tampoco- contestó entre susurros. Y me besó.
No le quise decir nada, pero me sentía muy preocupada. Tenía el horrible presentimiento de que lo iba a volver a perder, pero que esta vez me dolería mucho más. Ese beso me recordó el día que lo perdí por primera vez. Tenía sabor a despedida y no sabía por qué. Quizás es solo que estaré paranoica.
Nos quedamos mucho tiempo junto al lago, tomando mate, pero ninguno de los dos se atrevía a sacar un tema de conversación. Recorrimos un poco más el lugar y comenzó a hacerse de noche. Así que me acompañó a la estación. Estaba por sacar el boleto y me dijo: - Sacá uno para mi también, no te voy a dejar ir sola. Para que no te pase nada te acompaño.-
- No. Voy yo sola. El viaje es largo, después tendrías que volver vos solo y más tarde-
- No Elizabeth. Yo quiero acompañarte, si no me sacás vos el boleto. Lo saco yo.- me dijo muy serio.
- Bueno está bien… Pero quedáte a cenar en mi casa- le dije.
- No puedo… tengo que cenar en mi casa. Dale sacá los boletos. Que vamos a perder el tren- dijo subiendo el tono de voz.
Capítulo 6: Segundo aviso…Comencé a soñar, ahora me encontraba en un lugar extraño, era como un camino rodeado con árboles, en otoño. El piso estaba cubierto de sus hojas. Yo me encontraba vestida con un simple vestido blanco, unas zapatillas blancas y llevaba el pelo suelto, el cual caía sobre mis hombros. No sabía para donde caminar, así que estaba quieta mirando hacia mí alrededor. Se comenzó a levantar una leve brisa, las hojas levantaban poco vuelo, y era un paisaje agradable. Pero luego, se levantó un viento más fuerte, tan fuerte que me costaba sostenerme en pie, y las hojas volaban hasta la altura de mi cabeza, golpeándome fuertemente por la presión del viento. El viento aumentó más todavía, no pude resistir y caí al suelo. Veía las hojas rodearme, volaban alrededor mío, como en círculos. Me sentía en un remolino. Por la tierra que levantaba el viento, yo no podía respirar. Cerré los ojos y comencé a asustarme. A mi mente vinieron imágenes de esos dos años que había extrañado tanto a Aarón y luego también aparecieron imágenes de cuando me choqué con él. Me estaba quedando sin aire. Abrí mis ojos con mucho miedo. El viento paró de repente y las hojas que volaban a mí alrededor cayeron al piso. El sendero entre los árboles ahora estaba iluminado con una luz incandescente. De pronto frente a mí estaba él vestido de blanco... y con su tranquilizadora sonrisa, me ofrecía que lo tome de la mano. Pero cuando lo voy a hacer… el viento comienza de nuevo y lo empuja cada vez más lejos. Por más que quise seguirlo… no podía hasta que desapareció de mi vista… Y entonces… desperté.
Me senté en mi cama, fue una pesadilla tan rara. Nunca había soñado algo así. Cada día entendía menos y cada día estaba más asustada de perderlo de nuevo. Pensé que ir a la Iglesia podría de algún modo tranquilizarme. Así que me levanté, preparé un desayuno rápido y me bañé. Luego me cambié y salí rumbo hacia ella.
Hoy al no ser domingo, no había misa, pero naturalmente sus puertas siempre estaban abiertas de par en par, por si alguien necesitaba rezar. Al entrar, un silencio inundo mi alma, no había nadie allí. Caminé y me senté en el primer banco. Contemplé la imagen de Jesús, María y José, no sabía por donde empezar. Cuando iba a empezar a hablarles, una voz detrás de mí me llamó, “Señorita, ¿Usted viene por las confesiones?”… Me volteé y había una hermana, que parecía amable. Razoné que quizás debería confesarme.
-Si vengo por las confesiones, ¿Por dónde debo ir? ¿Hay mucha gente?- le pregunté.
- Tiene que ir por aquel pasillo hasta el fondo, no hay nadie, porque últimamente a nadie le interesa lo que Dios piense de ellos… Recibirán su castigo de los cielos.- Me señaló un pasillo oscuro hacia la derecha y se fue para otro lado al terminar su frase.
- Gracias hermana…- alcancé a decirle algo asustada.
- No hay de qué hija mía- contestó a lo lejos.
Comencé a caminar, sin poder ver donde iba por causa de la oscuridad… hasta que divisé una luz a lo lejos… El pasillo terminaba en una habitación con un gran ventanal, por el cual entraba la luz del sol. En este lugar, había dos sillas, un viejo escritorio de madera y una puerta. El piso también era de madera, y al dar pasos, éste crujía. Así que al entrar, alguien desde la habitación contigua a la habitación, preguntó –“¿Hay alguien allí?-”
- Si, disculpe, vengo por las confesiones…-
La puerta se abrió lentamente, entró el Padre y se sentó detrás del escritorio. Me hizo señas para que me siente en frente suyo. Me senté y comencé a hablarle.
- Estoy aquí porque necesito respuestas…-
- El Señor es amor, recuerde eso… Pero necesita respuestas al parecer. ¿Sobre qué?- me contestaba con voz amable.
- Porque yo hacía años que no iba a misa, últimamente me pasó algo increíblemente hermoso, apareció alguien en mi vida que pensé que había perdido…
- ¿Qué respuesta necesita?
- No sé, me invade un extraño miedo, sabe Padre… Siento que lo voy a perder de nuevo…
- Solo debo decirle, que es voluntad de Dios… Nadie puede contra ello
- Lo sé…
- Pero aún no está segura que lo pierda nuevamente… Dios sabe lo que hace… recuérdelo. Solo tiene que confiar en Él.
- Entonces, el pecado que debo confesarle es, el de dudar que Dios haga lo correcto.
- Bueno, pero entonces, las confesiones son para los que se arrepienten… por lo que veo usted no está arrepentida… y sostiene su pecado-
- Creo que volveré si veo que sea lo correcto que nuevamente se aleje de mi vida, si es que Dios lo quiere así o si no lo pierdo…- dije al levantarme de la silla- Y gracias.
- De nada entonces… espero su regreso. Y recuerde que si usted deposita toda su fe en Él… no tiene de que dudar-
Me fui. Con más dudas de las que antes tenía. ¿Qué quería Dios? ¿Quería que él no forme parte de mi vida? Me preguntaba mientras miraba hacia el cielo. Por ahí estaba exagerando todo. Quizás la tormenta de mi cumpleaños y mi pesadilla fueron producto de mi inconsciente, de temer que se aleje de nuevo. A cualquiera le puede caer un chaparrón en el día de su cumpleaños. Cualquiera de vez en cuándo tiene una pesadilla que incluye sus miedos.
Al llegar a mi casa, me aventé en el sillón cansada de tanto pensar, mi mamá me preguntó si quería algo de almorzar. Rechacé su propuesta porque no tenía nada de hambre. Mañana tenía otra clase de teatro. Pensé en ir a visitar a mi novio para ir a dar una vuelta por capital. Me pareció una muy buena idea, así que tomé mi celular y lo llamé. Sonaba el tono, y yo estaba nerviosa. Pero al escuchar su voz, los nervios se convirtieron instantáneamente en felicidad.
- ¿Hola? ¿Quién es?
- Hola novio, ¿Cómo andas?- le dije sonriendo.
- Novia… Bien… ¿vos?- su voz estaba rara, parecía triste o quizás dormido.
- Bien, ¿Qué te pasa? Te noto rara la voz. ¿Estabas durmiendo?- se me dio por contestar...
- No me pasa nada, no estaba durmiendo… es que digamos que hace poquito que me levanté… ¿Y por qué llamaste?
- Te quería decir si querías ir a pasear por ahí por capital, podríamos ir al rosal… pero si estás cansado… vamos otro día.- le dije deprimida.
- No, novia, vamos igual. Quiero pasar todo el tiempo que pueda con vos… ¿que te parece si nos vemos en mi cafetería favorita en dos horas?
-¿Todo el tiempo que puedas? ¿Seguro que no te pasa nada?- fue algo muy extraño.
- No, no me pasa nada… ¿Nos vemos en dos horas?- volvió a insistir.
-Bueno… nos vemos entonces. Te amo
- Yo también te amo…- dijo antes de cortar.
Corté el teléfono, me invadió una profunda sensación de intranquilidad nuevamente, hasta me empezaron a temblar las manos… Porque una persona cuando es feliz piensa que siempre todo se va a mantener así, pero la mayoría de las veces, el momento feliz se termina, tan pronto como cuando soñás un sueño hermoso y al levantarte se te fue de la mente. Un asunto frustrante y a la vez deprimente.
Me bañé, elegí mi ropa más alegre y unas zapatillas cómodas. De mi casa a capital tenía por lo menos una hora, así que cuando estuve lista, tomé mi mini mochila y me fui a tomar el colectivo. De mi casa al colectivo, del colectivo al subte…
En el subte gracias a Dios pude viajar sentada, no había mucha gente. Miraba por la ventanilla y casualmente, de la nada surgían pensamientos tristes en mi cabeza. Es un día tan raro. Observaba las estaciones del tren y a la gente que apurada caminaba hacia los vagones, siempre el tiempo es tan importante, uno no puede siquiera disfrutar una fiesta sin estar pendiente del reloj. También pensaba, si será como en las películas, de los amores que se despiden en la estación del tren, al imaginar ver como se va alejando alguien tan importante para vos, sabiendo que lo estás perdiendo para siempre… me invadió una profunda pena.
Capítulo 5: ¿Primera señal?Ya van tres días después de aquella vez, desperté muy feliz porque era mi primer cumpleaños con un novio tan lindo como lo era el. Realmente enamorada y emocionada porque se lo presentaría a mi familia… Lo iban a integrar a la familia, pero es que eso me preocupaba, lo integran muy rápido. Hoy me levante “temprano” o sea, 10 de la mañana, porque tengo que ordenar mi casa ya que a la noche hay visita. No hay problema, voy a empezar a limpiar el comedor. Puse mi radio favorita, de baladas obvio, tome un escobillón y comencé a barrer la basura. Limpiar no es tan feo cuando hay música de fondo. Quedé agotada, pero todo quedó reluciente. Habré tardado unas cuatro horas para limpiar todo, mi mamá quiso ayudarme pero no la dejé, suficiente que haya preparado la comida. Mientras yo limpiaba mi mamá y mi papá se fueron a la casa de mi hermana, porque yo no dejaba que me ayudaran. Terminé a eso de las dos y media de la tarde, me preparé algo fácil y rápido para comer. Almorcé. Y como sentía que algo faltaba, fui a buscar flores en mi barrio para poner un florero.
Iba caminando por mi barrio y había una planta con flores tan bonitas, no eran de ninguna casa. Y aunque lo fueran, creo que unas pocas flores menos, no les harían ningún daño. Volví a mi casa, puse las flores en agua. Y tocaron el timbre. ¿Ya había llegado alguien?
-¿Quién es?- pregunté desde el sillón.
-¿Estaría Elizabeth Montenegro?- contestó alguien desde afuera.
- Si, soy yo.- dije al abrir la puerta, quedé impresionada-
-Le mandaron estas flores…- me dijo entregándome un hermoso ramo de rosas blancas.
-Gracias, tengo unos dos pesos de propina, disculpe es que no tengo nada mas encima…- le dije al repartidor sacando un billete arrugado de mi bolsillo.
-Está bien, no se haga problema. Gracias a usted- dijo al dar media vuelta e irse.
Cerré la puerta e intrigada leí la tarjeta que venía con las flores, esta decía:
“Bueno novia, espero que te guste uno de mis regalos… Feliz cumpleaños, Muy feliz cumpleaños, sabes que te amo y esperáme hoy porque voy a ir eh. Que la pases muy bien y se cumplan todos tus deseos…” Aarón.
Hay me morí. Esto sí que no me lo esperaba. La gente cuando pasa tiempo se vuelve mas romántica… eso no lo sabía. Busqué otro florero y puse esas flores en agua. No podía creer todavía que esto me estaba pasando a mí.
Veía todo tan aburrido que tomé algo de mi dinero y fui a comprar algo para decorar. Fui caminando por el supermercado, mirando, globos, guirnaldas, etc. Sólo tome un paquete de globos de muchos colores y algunas golosinas para mis sobrinos.
Llegué a mi casa, coloqué casi todos los globos del paquete. Me fui a bañar y a cambiar. Entre todo ya eran las cinco. En cualquier momento llegaba alguien.
Mis papás y mi hermana fueron los primeros. Porque tenían que empezar a cocinar la comida para la noche. Al ver el regalo de Aarón, rieron y dijeron que era un chico muy adorable. Si que lo era… No podía evitar estar nerviosa, así que me puse a escuchar la radio… para distraerme. El tiempo pasaba rápido, lo que me ponía más nerviosa. Cada vez que el timbre sonaba mi corazón se agitaba. Llegó casi toda la familia… que también estaban ansiosos por conocerlo.
Al fin llegó, esta vez abrí yo. No puede ser que siempre esté tan bonito, ahora tenía una camisa oscura y un jean. Me saludó con un beso y entró. Saludó a todos los de mi familia. Los cuáles lo cargaban un poco, pero él no se hacía problema y sonreía. Mi papá aún no lo terminaba de aceptar, pero como pasó con todos mis cuñados, el tiempo lo iba a hacer aceptarlo, por las buenas o por las malas. Yo estaba hablando con mis hermanas, las que me decían que era un chico lindo y dulce. Por suerte a todos les cayó bien. Y como no les va a caer bien si es un chico re comprador, te sonríe y ya te compró. Él se acercó a mí: - Tu familia es muy agradable…-
-Seguí pensando así- le dije sonriendo.
-¡Feliz cumpleaños novia!- me dijo al abrazarme.
-Gracias novio… y gracias por el ramo de rosas…- le dije dándole un beso.
En ese instante sonó el timbre. Era Van que había llegado con Lucía, otra gran amiga de la infancia. Aarón dio media vuelta y fue a hablar con mis cuñados.
-¡Hola Liz! ¡Feliz cumple!- dijo Van abrazándome y saltando.- Estamos re viejas eh.
-Eli feliz cumpleaños. Espero que te guste mi regalo- me dijo Luci dándome una bolsa y abrazándome.
- Che… ¿y Aarón?- me dijo Van- ¿Ya llegó?
-¡Si eso! Me tenés que contar todo.- decía Lucía intrigadísima.
-Si, estábamos hablando acá pero quiso dejarme con mis amigas…- le dije confundida.- Creo que no quiere ser una molestia para mi, piensa que me aleja de ustedes. Ya se re integró a la familia y pasó media hora desde que llegó.
-Si re integrado el flaco.
-Si es rarísimo, pero no importa, vamos a disfrutar de la fiesta.-decía Luci.
-Vamos al patio con el…- estaba muy nerviosa por lo que hable con mi familia.
-Liz no lo van a asesinar tus cuñados… dejálo que se integre tranquilo.
-Si ya se, bueno entonces, vamos a cortar tomates, a ponerlos en platos, a lavar lechuga y cortar pan por la mitad para los sanguchitos. Porque ya va a salir la carne para los sanguches.- le dije yéndome para la cocina.
-Bueno dale que te ayudo.- dijo viniendo detrás de mi Vanessa y detrás de ella, Lu.
Comencé a cortar los tomates yo, Lucía y Van lavaban las verduras y cortaban pan. De tantos pensamientos rondando por mi cabeza, o sea pensar en él, dejé resbalar el cuchillo por mi mano y me hice un pequeño corte en el dedo angular, no era profundo ni grabe, pero ardía…
- Lizzie… ¿Estás bien?- dijo Van sacándome el cuchillo de la mano y tomando los tomates- mejor los corto yo.
- Si Eli anda a buscarte una curita o algo…- dijo Lucía con preocupación.
No entendía porque tanto alboroto, no era un corte grabe, pero en fin, camine y busqué en el living una curita. La coloqué alrededor de mi dedo y listo, problema solucionado.
Pero cuando regresé a la cocina, me encontré con otro problema. Todos los que estaban en el patio ahora se encontraban en la cocina mirando con intriga hacia fuera. Aarón se encontraba en la puerta, del lado de afuera mirando hacia el cielo.
- ¿Por qué entraron todos?- pregunte exasperada- ¿Pasó algo?
- No, es que parece que va a venir una tormenta…- dijo él al abrazarme pero sin dejar de mirar hacia arriba.
- Lo que pasa es que se nubló rápidamente, fue muy raro- acotó mi papá.
- Me pareció, a la tarde estaba completamente despejado el cielo…-estaba muy intrigada ahora yo también.
Aarón me dejó de abrazar y comenzó a hablar con mis cuñados. Yo di un paso hacia fuera y miré el cielo. Cayó en mi nariz la primera gota, luego de ésta, empezó a llover muy fuerte e intensamente. Corrí y me coloqué junto a él, quien dulcemente, me tomó de la mano. En ese mismo instante, un terrible rayo, salió del medio del cielo y se escuchó un fuerte estruendo. Fue tan fuerte, parecía que había caído en la casa de al lado. Pero fue solo un susto. Mi papá estaba totalmente confundido, no dejaba de repetir que era un acontecimiento tan extraño, porque el tiene setenta años y nunca en toda su vida vio caer con tal intensidad un rayo, sin que antes apareciera algún relámpago o trueno. Como teníamos parrilla techada, mi papá se quedó allí cuidando la carne que se estaba cocinando.
Aarón al ver que me sobresalté al escuchar el rayo y que le solté la mano, me abrazó muy fuerte y trató de tranquilizarme, diciendo que la tenía que pasar bien porque era mi cumpleaños y otras cosas. Pero yo no estaba asustada, desde pequeña que las tormentas no me asustan, así que le agradecí el abrazo y me fui a poner algunos platos en la mesa.
Luego de un rato cuando estaba servida la comida en la mesa, ya nos acostumbramos al ruido de la lluvia. Se diría que era hasta relajante. Nos sentamos todos en la mesa, antes de comenzar a comer, mi hermana se paró de su asiento y levantó su copa:
- ¡Hagamos un brindis por el nuevo miembro de la familia!- Al decir esto, todos levantamos las copas, pero cuando íbamos a chocarlas unas con otras, la luz comenzó a titilar, una o dos veces. Nadie le dio importancia y luego de brindar, comenzamos a comer. A mi familia le cayó muy bien él por suerte, y aun más cuando dijo que esta comida no se comparaba a la de los restaurantes, porque con una familia así uno se sentía mucho más cómodo (Era una persona muy compradora)...
Luego de comer, me trajeron una torta muy linda, decorada por mis sobrinitos. Pedí mis tres deseos, los cuales no puedo decir porque sino no se van a cumplir. Después despedí a todos, Aarón fue el último en irse. Cuando se fue seguía lloviendo, mas despacio, pero me daba miedo verlo alejarse en el auto, con la lluvia presente. Le ofrecí de que se quede a dormir en el sillón de mi casa, o que se quede hasta que cese de llover, pero se negó. Creo que temía de lo que podría pensar mi familia acerca de eso. Sólo se fue y yo me acosté a dormir con las manos en el corazón, del miedo que me daba que le pasara algo.
Pero después de una hora de intentar dormir y no poder, me tranquilicé al recibir un mensaje de él que me decía que ya había llegado. Cerré los ojos y dormí.
Capítulo 4: Las estrellas comienzan a brillar.Nosotras prácticamente volamos a mi cuarto. Comencé a sacar mi ropa del ropero para poder elegir mejor.
- Yo te separo los vestidos mas lindos, vos te los probas y así elegimos el mejor. ¿Esta bien?- dijo Vanessa emocionada.
-¡Está bien sargento!- contesté entre risas.
Me interné en el baño para bañarme mientras Van estaba en mi habitación rescatando de mi ropa algún vestido apropiado para esta ocasión.
Me bañé. Terminé de enjuagar mi pelo, lo envolví en una toalla y salí del baño con un camisón.
-Liz ahí te dejé sobre la cama el vestido que pienso que tenés que elegir. ¡Me encanta! – Gritaba Van desde el comedor.- Yo estoy tomando mate con tus papás y mirando la tele, vestite tranquila.
-Bueno está bien Van, ahora me fijo- le contesté dirigiéndome a mi cuarto.
Sobre la cama había un vestido que casi ni recordaba. Era tan hermoso. Lo tomé en mis manos y sentí la tela. Negro, con detalles bordados en gris, era tan fino. Un diseño tan único, amaba ese vestido. Me lo había regalado mi hermana Daniele, que me lo trajo desde India. “Cuando lo vi, me dije que era perfecto para vos, parecía que estaba hecho especialmente para mi hermanita mas chiquita”, me dijo al regalármelo. Recordé que siempre buscaba la perfecta ocasión para usarlo, pero nunca apareció hasta hoy.
Al vestirme, se sentía tan suave, era lo mejor que podía haber usado. Busqué en mi cajita de bijouteríe una cadenita, aritos y alguna pulsera que convine. No muy cargado, algo simple, para que concuerde con mi personalidad, ya que soy una persona simple. Para usar en los pies elegí unos zapatos acharolados con un taco no muy alto. Quería sentirme cómoda.
Fui hacia el cuarto de mis padres para mirarme en el espejo de cuerpo entero. Cepillé mi cabello y observé. Creo que la sonrisa en mi cara hacía que la ropa y los accesorios quedaran mejor. Me veía hermosa, no podía creerlo. Salí ansiosa para escuchar la opinión de Van y de mis padres. Al salir automáticamente me encontré con mi papá.
-Woo, ¿a dónde vas?- dijo sorprendido.
-Un viejo amigo de la secundaria me invitó a cenar y ahora me va a pasar a buscar.
-No creo que sea muy viejo- dijo sonriendo.- Estas hermosa hija.
-Gracias, te quiero mucho.- le dije emocionada.
-Y yo a vos.
Seguí caminando hacia el comedor. Esperaba escuchar las palabras que saldrían de ellas al verme. Pero se quedaron mudas de la impresión. Caminé hasta allí y gire, caminaba y giraba.
-¿Estoy bien?- dije obviamente sin quitar la sonrisa.
- Hay estás hermosa hijita.- dijo mi mamá al venir corriendo a abrazarme.
-Liz pará un poco que lo vas a matar.-
Todas reímos. Pero aún me faltaba una cosa. Maquillaje. Vanessa como siempre, se dio cuenta.
- ¿Te puedo maquillar yo?-
-Si claro, mis pinturas están en mi mochila.
Ella las tomó y comenzó a maquillarme. Hay que ansiosa que estaba, yo no dejaba de preguntar que hora era. Nerviosa, faltaban quince minutos, podía llegar en cualquier momento.
-Listo, fíjate si te gusta.- me acercó un espejo.
-¿Esa soy yo?- le dije emocionada- Gracias Van, te adoro, sos una amiga tan única.
Nos abrazamos y luego nos quedamos todos en el comedor, no sé quien era la más ansiosa allí. Mi papá también estaba sentado en la mesa. Seguro que se preguntaba quien era este viejo amigo mío.
Suena el timbre. Todos en la mesa nos miramos. Mi papá me ganó en rapidez y al respirar hondo, abrió la puerta. Ahí estaba él, mi corazón casi sale volando de mi pecho. Estaba increíblemente hermoso, una camisa a cuadrillé de color marrón, su pelo perfecto, como siempre lo fue, su sonrisa tan tierna… y esa mirada que me mataba. Creo que al verlo, mi papá sintió alivio, parecía bastante presentable, no sé que esperaba encontrar. Aarón saludó a mi papá con la mano, a mi mamá y a mí con un beso en la mejilla. Van estaba escondida en el comedor. En la puerta de mi casa había un auto que tenía buen aspecto y no parecía tan nuevo.
-No se preocupen que tengo cuidado al manejar mi auto- les dijo él nervioso.
-Mejor así- le contestó mi papá algo preocupado.
-Bueno, ¿Vamos?- dijo él. Todas las miradas se centraron en mí.
- Está bien vamos.- saludé a mis papás. Busqué una escusa para ir a saludar a Van- Huy olvidé algo en el comedor-.
Salí corriendo, la abracé y le agradecí todo. Y volví con los demás:
- Listo, estaba… la radio prendida.-
Finalmente salimos, nos sentamos en el auto y arrancamos.
- Estás muy bonita- dijo él pero sin mirarme- Es una hermosa noche de primavera para salir a cenar. ¿No?
-Gracias por invitarme. Sí es una noche hermosa, las estrellas parece que brillaran más que nunca.- dije mirando por la ventanilla hacia el cielo.- No hay ni una nube en el cielo.
- Viste, yo se lo pedí a las estrellas. Ellas me hicieron caso- me dijo sonriendo.- Y la temperatura del ambiente está perfecto, porque no hace ni frío ni calor, es una noche tan linda hoy.
- La primera noche de la primavera.- estaba muy nerviosa- ¿A dónde vamos?
- Confía en mí. La cafetería que yo te recomendé, ¿No tenía el mejor café?- dijo agrandándose.
-Sí, yo confío en vos- le dije sonrojada. Y lo miré- Vos también estás muy bonito hoy.
Él sonrió como avergonzándose.
-Entonces, somos una pareja muy bonita.- dijo mirando al frente.
Yo comencé a reír y le di un beso en la mejilla.
-Concéntrate en el tránsito, dijiste que eras muy cuidadoso al manejar, ya vas a tener tiempo durante la cena para mandar halagos.
-Buenísimo- dijo riendo.
-No puedo creer que no cambiaste en nada, seguís siendo igual a ese chico que me enamoró en la secundaria.-dije al mirar por la ventanilla.
- ¿Lo tomo como un elogio o una crítica?- me miró.
- Como vos prefieras- reí.
- Entonces es un elogio- Fue deteniendo lentamente el auto. –Llegamos, acá es.-
-Woo…- miré por la ventanilla del auto, y me impresioné, era un lugar hermoso, iluminado y muy elegante- pero este lugar es muy, demasiado caro…
- No importa, te lo debo por hacerte esperar dos años.- dijo bajándose del coche.
-Pero, no hacía falta, lo decía en forma de broma…- no quería abusar de su cordialidad al invitarme- no tenés que pagar mi cena, dejáme pagarla a mi…
- No voy a dejar que mi acompañante pague, no es de caballero…- me abrió la puerta del auto y me dio su mano para ayudarme a salir - ¿no venís?
-¿Con vos? A donde sea…- le di mi mano y salí del auto- Es un lugar hermoso.
-Yo conozco los mejores lugares de Buenos Aires. Si vos querés te llevo a conocerlos todos.-
- Pero quedarías en bancarrota si siempre pagas vos.- lo tomé del brazo y sonreí.
Caminamos juntos hasta entrar en el Restaurante. Al entrar, parecía un sueño, un sueño que era tan increíble que ni siquiera se me habría ocurrido soñarlo. Era una amplia sala, con las paredes de color madera, pero cubiertas con telas color crema; mesas tan finamente decoradas, manteles color blanco; sobre todo colgaba una hermosa araña de cristal; y finalmente un gran ventanal que mostraba un jardín bellísimo con una fuente enorme y hermosa.
Un mozo nos escoltó hacia nuestra mesa, él había reservado una mesa para dos personas junto a ese hermoso ventanal. Llegamos a la mesa y nos sentamos, uno en frente del otro.
-Es un lugar de ensueño- dije sorprendida- sos un experto recomendando lugares.
- Viste, es un lugar único. En ocasiones muy importantes solo vengo a comer acá, esta es una.
Yo solo sonreí y continué observando los detalles del lugar. Vino el mismo mozo que nos escoltó a la mesa, para traernos el menú. No quería pedirme algo muy caro, solo pedí unos ravioles con salsa blanca y él spaghetti con tuco.
-¿Y por qué esta es una ocasión tan especial?- estaba verdaderamente intrigada.
- Mmm... aún no lo vas a saber… tené paciencia- decía sonriendo. Odio cuando la gente me quiere intrigar y que encima lo logra.- Cuando pidamos el postre te lo cuento.
- Bueno… está bien.- tenía algo de bronca, no lo niego.
- ¿Cómo anda Vanessa? A ella tampoco la veo hace tiempo- el la conocía porque era amigo de su hermano.
- Van, anda bien, sigue siendo petiza pero creció unos 5 cm más que en la secundaria… está muy feliz por eso- sonreí.
- Debe estar altísima…- dijo burlándose
- Es verdad que cambiaste, antes no soltabas un “Yo también te quiero”, y ahora decís cosas tan…- no sabía como seguir.
- ¿Tan?-
- Tan dulces…- estaba impresionada, quería que lo sepa- No conocía ese lado tuyo.
-¿Pero te gusta ese lado mío?- dijo algo tímido.
- Si, a veces odiaba que seas tan frío en la secundaria.-
- Ah… ¿Me odiabas?- dijo preocupado.
-No te hagas el bobo, sabes que no podría odiarte.-
-Mejor así…- dijo riendo.
En eso, llegó el mozo con nuestros pedidos, la comida tenía un aroma tan delicioso… probé algo de mi plato… nunca había comido algo tan maravilloso, era muy rico…
- Woo, esta espectacular…- alcancé a decir antes de seguir comiendo- dejemos las charlas incómodas para después…
- Dale- dijo antes de comenzar a comer.
Nos terminamos todo el plato sin soltar ni una palabra. Esa comida era la mejor que había probado, que estuviera el allí cerca… ¿habrá tenido que ver?
Nos retiraron los platos. Y nos dieron el menú para pedir los postres. Tomé un sorbo de mi jugo de naranja y dije.- Ahora que vamos a pedir los postres, me vas a decir, ¿Por qué es una ocasión tan especial?-
-Bueno esta bien…-se levanta, lentamente, y se agacha junto a mí, mirándome a los ojos- Lizzie… ¿Querrías ser mi novia?...
El tiempo se frenó en ese instante. ¿Habré delirado? ¿Estaba conciente? Respiré hondo.
- ¿Escuché bien?... Pero si casi ni hablamos…- estaba muy nerviosa y feliz…
-Entonces ¿no?-dijo bajando la mirada…
- Si… claro que quiero ser tu novia…-
El sonrió, se acercaba lentamente hacia mí. Cerré los ojos, estaba relajada y demasiado feliz por lo que me había dicho. Rozó mis labios y me besó. Creí que hace dos años iba a ser la última vez que sintiera la felicidad que me causaba sentir su respiración tan cerca. Era para mí, mas que un simple beso, porque para mí el era mas que un muchacho común. Juraría que sentía los latidos de su corazón, y que coincidían con los latidos del mío. Ahora sí, no lo perdería de nuevo, nunca más. Luego de ese instante mágico, él colocó una mano en mi rostro y me dijo “Gracias”… un sorpresivo e impresionante “Te amo”. Y luego se fue a sentar.
- Era lo que menos me esperaba…- alcancé a decirle sonriendo.- Y yo también te amo… mejor dicho te sigo amando.
Pedimos el postre, ambos pedimos flan con crema. El cuál también estaba delicioso. Él pagó todo y luego nos sentamos en el auto.
- Aarón, una pregunta que tengo hace muchos años…- le dije mirando hacia un punto fijo en la nada.
- Novia si, pregúntame lo que quieras novia.- dijo riendo.
- ¿Desde hace cuanto sentís algo por mi?
- No sé, creo que desde siempre, pero como nunca me había interesado nadie. No estaba seguro de si era realmente que estaba “enamorado”.
-¿Y por qué ahora si estas seguro?
Él me giró suavemente cara para que lo mire a los ojos- Estuve dudando cuando me hiciste tanta falta estos dos años, pero cuando me choqué con vos, y te miré a los ojos, sentí algo que me hizo estar completamente seguro…-
Me dio otro suave beso y luego arrancó el auto para llevarme hasta mi casa. Hablamos de muchas cosas, las familias de cada uno, los estudios y el trabajo. En fin, llegamos a mi casa, le ofrecí si quería bajar y tomar algunos mates, pero me dijo que estaba cansado y que a la mañana tenía que ir a estudiar. Nos despedimos con otro “suave” beso, aunque cada beso nuevo era cada vez menos suave…
Lo saludé desde la puerta de mi casa y lo vi alejarse con el auto. Era la una de la madrugada, estaba casi segura que Vanessa estaría completamente dormida pero al entrar me encontré con un interrogatorio de su parte y con un termo lleno de agua para sebar mates.
- ¿Cómo te fue Liz? ¿De qué hablaron?- estaba extasiada.
- Me fue mejor de lo que esperaba, el lugar era hermoso, hablamos un poco de todo, hasta me preguntó por vos- le dije esperando el momento para contarle la pequeña gran noticia…
- ¿Pero pasó algo?- Van se empezaba a desilusionar, y tuve piedad…
- No pasó casi nada… excepto por que… nos pusimos de novios…- le dije largándome a reír a carcajadas.
- ¡No lo puedo creer!- ella pegó un grito tan fuerte que me sorprendió que no aparecieran los vecinos en la puerta para decirnos que dejemos de hacer ruido…- ¡La Liz está de novia! ¡Que bueno!
- Si, es tan lindo y tan dulce. Ya no es mas frío como en la secundaria- le contaba eufórica- Van perdón por rechazar los mates, pero tengo muchísimo sueño, muchas emociones por hoy- le dije entre bostezos.
-Claro, ahora que tenés novio las amigas no sirven mas…- dijo fingiendo enojo- Mentira Lizzie, yo también estoy cansada… vamos a dormir.
Puse un colchón en el piso, le agregué sabanas y un acolchado para que Van tenga donde dormir. Nos dijimos buenas noches y cerramos los ojos.

Capítulo 3: Dulce, dulce primavera
“El sol estaba radiante, parecía feliz, hoy brillaba más que ningún otro día. Por ahí se chocó con un viejo amor…”- pensaba riendo- “Era un día hermoso, el inicio de la primavera. Las plantas comienzan a florecer. Es la estación más mágica del año. Tuve suerte de nacer en esta temporada tan alegre.”
Mi sobrinito Ignacio me abrazó.
-Nacho, ¿Qué te parece si vamos a caminar?- al preguntarle esto, el comenzó a dar saltos y a buscar un abrigo – Creo que eso es un sí.
Me puse un jean, una remera de mangas largas y un pulóver. Le avisé a mi hermana que lo llevaba a la plaza que queda a unas cuadras de mi casa, lo tomé de la mano y comenzamos a dirigirnos hacia la plaza. Caminamos unos cinco minutos, el me soltó la mano y salió corriendo. Cuando me estaba por enojar y regañarlo, volvió con una hermosa flor violeta y me la regaló, mi corazón se sobresaltó.
-Gracias nachito, es hermosa. Ahora cuando lleguemos a la plaza, si veo algún kiosco te compro algunos caramelos- le sonreí.
-Te quiero mucho tía.-
-Yo también, demasiado- parecía que la felicidad que sentía se contagiaba, porque ahora todo alrededor mío era cursi y hermoso. Ojala no se termine nunca.
Llegamos a la plaza, lo senté en una hamaca y lo hamaqué hasta las nubes. Estábamos tan felices, jugamos a todos los juegos de la plaza, corrimos y hasta que cuando nos cansamos compramos unas golosinas y nos tiramos en el pasto. Solo se me ocurrió decir: - Que hermosa que es la primavera ¿no?- y le hice cosquillas.
Luego de una hora volvíamos, como él estaba cansado tuve que llevarlo en mis brazos y sorpresivamente se durmió. Golpeé la puerta de mi casa.
-Creo que lo agoté- le dije a mi hermana sonriendo con ternura y exhausta.
-Mejor, justo lo iba a hacer dormir la siesta. Gracias Eli.
Cansada me recosté en mi cama, mirando el cielo raso. “Si lo perdiera, ¿podría amar así a otra persona? ¿Y si esta es mi última oportunidad? ”. Me recosté boca abajo. “No soy buena para aprovechar las oportunidades. Pero no quiero perderlo, ya lo perdí dos años y lo encontré, no quiero perderlo y extrañarlo nuevamente. Por ahí el destino, al ponerlo de nuevo en mi camino, quiere decirme que para que yo sea feliz, el tiene que estar en mi vida…” Piiiiiip, Piiiiiip, mi celular comenzó a sonar, era mi mejor amiga Vanessa. Recordé que le tenía que contar todo, que me lo crucé, que estaba muy feliz y que seguía enamorada de él.
- Hola Van, justo te iba a llamar para ir a conversar, tengo noticias inesperadas.
- ¡Liz! Dale vamos a adrogué y de paso juntamos flores que esta es la época mas linda para juntarlas. Jaja.
-¿Bueno que te parece en media hora? En la plaza de adrogué.
-¡¿Media hora?! Tan ansiosa estas por contarme tus novedades… mmm..... que habrá pasado.
- No te lo vas a imaginar, ahora te cuento. Creéme, te vas a morir de la sorpresa. Nos vemos en media hora.
- Hay Yama, ¿En qué te metiste? Ahora nos vemos. Chau.
-Nos vemos.
Dejé el celular en mi cama y me fui a bañar rápidamente. Es mi mejor amiga desde la secundaria, es una chica tan adorable, la típica chica que cuando la necesitas sabes que va a estar ahí siempre, la que siempre te saca una sonrisa, si esa era Van.
Me bañé, me puse una blusa blanca y unos jeans. Tomé mi cartera por si comprábamos algún helado o algo, coloqué dentro mi celular, conté las monedas para el colectivo, avisé que me iba y salí rumbo a la parada de colectivos. No esperé mucho, de hecho, casi pierdo el colectivo, por suerte pude subir.
Miraba por la ventanilla, pensaba la expresión de mi amiga al contarle, se sorprendería muchísimo y recordaría al instante, cuando yo le hablaba de él con tanto énfasis en la secundaria y cuando le hablaba tan tristemente de él esos dos años que lo extrañaba.
El viaje se me hizo muy corto. Llegué a la plaza y me ubiqué cerca de las hamacas, con Anita siempre para encontrarnos para salir a algún lado, buscábamos una plaza y para no buscarnos por todos lados, siempre nos encontraríamos junto a las hamacas. Mas que nada para no perder tiempo en buscarnos por todas las calles. Anita vino enseguida. La saludé.
- ¿Seguro que estás preparada para escuchar mis novedades?
-Hay dale Liz contáme que me das intriga. -
Me senté en una hamaca y Van se sentó en la hamaca de al lado.
-Ayer iba hacia mi primer clase de teatro en capital, no sabía bien donde quedaba y por eso llegaba tarde. Cuando vi la escuela fui corriendo y sentí que alguien me chocó.
-¿No será que vos chocaste a alguien?- dijo Van riendo a carcajadas.
-Eso es lo menos importante. Imaginarás que con botas taco alto, perdí el equilibrio al instante. Caí sentada en el pavimento y mareada. Un joven me estaba ayudando y disculpándose, cuando de pronto se quedo callado. Al verlo, me quedé totalmente helada…
-¿Quién era? ¿Un famoso?- dijo Van con asombro- Brad Pitt. Jaja
-Mejor que eso.
-¿Quién era?- dijo mas asombrada todavía.
-Aarón, de la secundaria.- dije mirando al cielo con una sonrisa expresándole mi felicidad.- era la última persona que me esperaba encontrar…
-¿De en serio? ¿Él? ¿Se mudó a capital? No te puedo creer. ¿Qué más te dijo?
- Le dije que lo había extrañado y que no se comunicó más conmigo. Me invitó a tomar un café pero estaba llegando tarde así que le dije que otro día… - Van me interrumpió.
-¡Hay Liz! Sos una boba, lloraste porque no lo veías como dos años y cuando te lo encontraste, lo dejas ir. Yo en tu lugar hubiera faltado a esa clase. Total era una clase, una falta, no es nada, dos años es mucho.
-No te conté todo… nos pasamos los celulares. Y luego de que mi clase terminara lo llamé por si a esa hora querría tomar un café conmigo.-
-¿Fueron a tomar un café al final?
-Si, fuimos, hablamos, me puse a llorar, en realidad, fueron pocas lágrimas…-
-¿Qué te dijo cuando te vio llorar? ¿Le dijiste que era su culpa?- ella no paraba de preguntar.
- Le dije porque lloraba, se disculpó y me dijo que iba a venir a mi casa para festejar mi cumpleaños con mi familia… porque le habían dado la bienvenida a la familia en mi cumpleaños.
- Me estas jodiendo, ¿Se acuerda de eso? Mmm… Para mí que el no dejo de pensar en vos…
-No sé, pero me dijo que fui una de las cosas que el extraño mucho. Como era él que no decía ni un “Yo también te quiero”, que me diga que me extrañó, no me pude sacar la sonrisa de la cara todavía.
- Si me imagino, ¿Y qué vas a hacer ahora?
- Realmente no tengo ni idea. Que la vida y el destino hagan lo suyo ¿no?
Piiiiiip Piiiiip.
-Liz esta sonando tu celular.
-Huy si.- abro la tapa de mi celular y me aparece que él me esta llamando, me inquieté- ¡es él!
-¡Atendé! ¡Hay Elizabeth!-
Atendí bien nerviosa.
-Hola, ¿Cómo andas?... no, no me molesta… ¿Qué pasa?... Si, estaba hablando con Vanessa acá en adrogué… ¿Hoy?... ¿A qué hora?... Bueno está bien… Gracias… ¿Dónde nos vemos?... ¿Cómo que me pasas a buscar por mi casa?... Pero… bueno… nos vemos… - corté y miré fijo mi celular.
-¿Qué te dijo?
- Que en dos horas y media me pasa a buscar por mi casa para ir a cenar.- contesté totalmente desorbitada. – No sé que me voy a poner.
- ¿Puedo ir a tu casa a ayudarte a preparar? Tranquila que antes de que él llegue yo me voy.
- Bueno ¡pero vamos ya!- Tomé mi cartera.
- Está bien pero no te apresures ¡todavía faltan mas de dos horas!
-¡No importá!- contesté ya desde lejos- ¡Dale!-
Y así a las apuradas, llegamos a mi casa en menos de veinte minutos. Pobre Van.
- ¿Por qué viniste tan apurada hija? ¿Te pasó algo?- contestó mi mamá preocupada.
- Le pasaron demasiadas cosas- contestó Van entre risas.
-Si, pero ninguna cosa es mala.- contesté yo, pegándole un codazo a Vanessa.
- ¡Contáme! ¡Contáme!- me dijo mi mamá ansiosa.
- Me llamó este chico, que en dos horas me pasaba a buscar acá, para ir a cenar.- le dije avergonzada mirando el piso. - Y Vanessa vino para ayudarme a elegir que ponerme. Dice que antes que él llegue ella se va.
-Está bien. ¿Querés tomar algo Van?- preguntó mi mama con amabilidad.-Pero no se tiene por qué ir, se puede quedar a dormir a esperar que vos llegues.
- Que buena idea, me quedo a dormir. Pero ahora no quiero tomar nada, gracias Tenemos muchas cosas por hacer. Liz mostráme tus mejores vestidos ¡pero ya!
-Las dejo trabajar tranquilas pero Vanessa avísale a tu mamá que te quedas- dijo mi mamá yéndose al comedor.
“El sol estaba radiante, parecía feliz, hoy brillaba más que ningún otro día. Por ahí se chocó con un viejo amor…”- pensaba riendo- “Era un día hermoso, el inicio de la primavera. Las plantas comienzan a florecer. Es la estación más mágica del año. Tuve suerte de nacer en esta temporada tan alegre.”
Mi sobrinito Ignacio me abrazó.
-Nacho, ¿Qué te parece si vamos a caminar?- al preguntarle esto, el comenzó a dar saltos y a buscar un abrigo – Creo que eso es un sí.
Me puse un jean, una remera de mangas largas y un pulóver. Le avisé a mi hermana que lo llevaba a la plaza que queda a unas cuadras de mi casa, lo tomé de la mano y comenzamos a dirigirnos hacia la plaza. Caminamos unos cinco minutos, el me soltó la mano y salió corriendo. Cuando me estaba por enojar y regañarlo, volvió con una hermosa flor violeta y me la regaló, mi corazón se sobresaltó.
-Gracias nachito, es hermosa. Ahora cuando lleguemos a la plaza, si veo algún kiosco te compro algunos caramelos- le sonreí.
-Te quiero mucho tía.-
-Yo también, demasiado- parecía que la felicidad que sentía se contagiaba, porque ahora todo alrededor mío era cursi y hermoso. Ojala no se termine nunca.
Llegamos a la plaza, lo senté en una hamaca y lo hamaqué hasta las nubes. Estábamos tan felices, jugamos a todos los juegos de la plaza, corrimos y hasta que cuando nos cansamos compramos unas golosinas y nos tiramos en el pasto. Solo se me ocurrió decir: - Que hermosa que es la primavera ¿no?- y le hice cosquillas.
Luego de una hora volvíamos, como él estaba cansado tuve que llevarlo en mis brazos y sorpresivamente se durmió. Golpeé la puerta de mi casa.
-Creo que lo agoté- le dije a mi hermana sonriendo con ternura y exhausta.
-Mejor, justo lo iba a hacer dormir la siesta. Gracias Eli.
Cansada me recosté en mi cama, mirando el cielo raso. “Si lo perdiera, ¿podría amar así a otra persona? ¿Y si esta es mi última oportunidad? ”. Me recosté boca abajo. “No soy buena para aprovechar las oportunidades. Pero no quiero perderlo, ya lo perdí dos años y lo encontré, no quiero perderlo y extrañarlo nuevamente. Por ahí el destino, al ponerlo de nuevo en mi camino, quiere decirme que para que yo sea feliz, el tiene que estar en mi vida…” Piiiiiip, Piiiiiip, mi celular comenzó a sonar, era mi mejor amiga Vanessa. Recordé que le tenía que contar todo, que me lo crucé, que estaba muy feliz y que seguía enamorada de él.
- Hola Van, justo te iba a llamar para ir a conversar, tengo noticias inesperadas.
- ¡Liz! Dale vamos a adrogué y de paso juntamos flores que esta es la época mas linda para juntarlas. Jaja.
-¿Bueno que te parece en media hora? En la plaza de adrogué.
-¡¿Media hora?! Tan ansiosa estas por contarme tus novedades… mmm..... que habrá pasado.
- No te lo vas a imaginar, ahora te cuento. Creéme, te vas a morir de la sorpresa. Nos vemos en media hora.
- Hay Yama, ¿En qué te metiste? Ahora nos vemos. Chau.
-Nos vemos.
Dejé el celular en mi cama y me fui a bañar rápidamente. Es mi mejor amiga desde la secundaria, es una chica tan adorable, la típica chica que cuando la necesitas sabes que va a estar ahí siempre, la que siempre te saca una sonrisa, si esa era Van.
Me bañé, me puse una blusa blanca y unos jeans. Tomé mi cartera por si comprábamos algún helado o algo, coloqué dentro mi celular, conté las monedas para el colectivo, avisé que me iba y salí rumbo a la parada de colectivos. No esperé mucho, de hecho, casi pierdo el colectivo, por suerte pude subir.
Miraba por la ventanilla, pensaba la expresión de mi amiga al contarle, se sorprendería muchísimo y recordaría al instante, cuando yo le hablaba de él con tanto énfasis en la secundaria y cuando le hablaba tan tristemente de él esos dos años que lo extrañaba.
El viaje se me hizo muy corto. Llegué a la plaza y me ubiqué cerca de las hamacas, con Anita siempre para encontrarnos para salir a algún lado, buscábamos una plaza y para no buscarnos por todos lados, siempre nos encontraríamos junto a las hamacas. Mas que nada para no perder tiempo en buscarnos por todas las calles. Anita vino enseguida. La saludé.
- ¿Seguro que estás preparada para escuchar mis novedades?
-Hay dale Liz contáme que me das intriga. -
Me senté en una hamaca y Van se sentó en la hamaca de al lado.
-Ayer iba hacia mi primer clase de teatro en capital, no sabía bien donde quedaba y por eso llegaba tarde. Cuando vi la escuela fui corriendo y sentí que alguien me chocó.
-¿No será que vos chocaste a alguien?- dijo Van riendo a carcajadas.
-Eso es lo menos importante. Imaginarás que con botas taco alto, perdí el equilibrio al instante. Caí sentada en el pavimento y mareada. Un joven me estaba ayudando y disculpándose, cuando de pronto se quedo callado. Al verlo, me quedé totalmente helada…
-¿Quién era? ¿Un famoso?- dijo Van con asombro- Brad Pitt. Jaja
-Mejor que eso.
-¿Quién era?- dijo mas asombrada todavía.
-Aarón, de la secundaria.- dije mirando al cielo con una sonrisa expresándole mi felicidad.- era la última persona que me esperaba encontrar…
-¿De en serio? ¿Él? ¿Se mudó a capital? No te puedo creer. ¿Qué más te dijo?
- Le dije que lo había extrañado y que no se comunicó más conmigo. Me invitó a tomar un café pero estaba llegando tarde así que le dije que otro día… - Van me interrumpió.
-¡Hay Liz! Sos una boba, lloraste porque no lo veías como dos años y cuando te lo encontraste, lo dejas ir. Yo en tu lugar hubiera faltado a esa clase. Total era una clase, una falta, no es nada, dos años es mucho.
-No te conté todo… nos pasamos los celulares. Y luego de que mi clase terminara lo llamé por si a esa hora querría tomar un café conmigo.-
-¿Fueron a tomar un café al final?
-Si, fuimos, hablamos, me puse a llorar, en realidad, fueron pocas lágrimas…-
-¿Qué te dijo cuando te vio llorar? ¿Le dijiste que era su culpa?- ella no paraba de preguntar.
- Le dije porque lloraba, se disculpó y me dijo que iba a venir a mi casa para festejar mi cumpleaños con mi familia… porque le habían dado la bienvenida a la familia en mi cumpleaños.
- Me estas jodiendo, ¿Se acuerda de eso? Mmm… Para mí que el no dejo de pensar en vos…
-No sé, pero me dijo que fui una de las cosas que el extraño mucho. Como era él que no decía ni un “Yo también te quiero”, que me diga que me extrañó, no me pude sacar la sonrisa de la cara todavía.
- Si me imagino, ¿Y qué vas a hacer ahora?
- Realmente no tengo ni idea. Que la vida y el destino hagan lo suyo ¿no?
Piiiiiip Piiiiip.
-Liz esta sonando tu celular.
-Huy si.- abro la tapa de mi celular y me aparece que él me esta llamando, me inquieté- ¡es él!
-¡Atendé! ¡Hay Elizabeth!-
Atendí bien nerviosa.
-Hola, ¿Cómo andas?... no, no me molesta… ¿Qué pasa?... Si, estaba hablando con Vanessa acá en adrogué… ¿Hoy?... ¿A qué hora?... Bueno está bien… Gracias… ¿Dónde nos vemos?... ¿Cómo que me pasas a buscar por mi casa?... Pero… bueno… nos vemos… - corté y miré fijo mi celular.
-¿Qué te dijo?
- Que en dos horas y media me pasa a buscar por mi casa para ir a cenar.- contesté totalmente desorbitada. – No sé que me voy a poner.
- ¿Puedo ir a tu casa a ayudarte a preparar? Tranquila que antes de que él llegue yo me voy.
- Bueno ¡pero vamos ya!- Tomé mi cartera.
- Está bien pero no te apresures ¡todavía faltan mas de dos horas!
-¡No importá!- contesté ya desde lejos- ¡Dale!-
Y así a las apuradas, llegamos a mi casa en menos de veinte minutos. Pobre Van.
- ¿Por qué viniste tan apurada hija? ¿Te pasó algo?- contestó mi mamá preocupada.
- Le pasaron demasiadas cosas- contestó Van entre risas.
-Si, pero ninguna cosa es mala.- contesté yo, pegándole un codazo a Vanessa.
- ¡Contáme! ¡Contáme!- me dijo mi mamá ansiosa.
- Me llamó este chico, que en dos horas me pasaba a buscar acá, para ir a cenar.- le dije avergonzada mirando el piso. - Y Vanessa vino para ayudarme a elegir que ponerme. Dice que antes que él llegue ella se va.
-Está bien. ¿Querés tomar algo Van?- preguntó mi mama con amabilidad.-Pero no se tiene por qué ir, se puede quedar a dormir a esperar que vos llegues.
- Que buena idea, me quedo a dormir. Pero ahora no quiero tomar nada, gracias Tenemos muchas cosas por hacer. Liz mostráme tus mejores vestidos ¡pero ya!
-Las dejo trabajar tranquilas pero Vanessa avísale a tu mamá que te quedas- dijo mi mamá yéndose al comedor.
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