Capítulo 8: La estación del trenAmaba que se preocupara tanto por mí. En el subte estaba muy nervioso y miraba por la ventanilla. Eso aumentaba mis miedos de que sea algo grabe lo que le estaba pasando. Después de mucho intentarlo, lo convencí de que me deje en la estación del tren de cerca de mi casa y el se vuelva para capital. Pero cuando llegamos a la estación, rompió el incómodo silencio y me dijo: -No sé como explicarte Lizzie, yo no sabía si desaparecer así sin decirte nada o lastimarte desde ahora…- me dijo mirando a todos lados menos a mí. Tenía un brillo en los ojos diferente del usual… un brillo triste…
- ¿Qué? ¿Desaparecer? ¿De qué me hablás?- comencé a levantar la voz y a alterarme. Las lágrimas brotaban de mis ojos y sentía que mi corazón poco a poco descendía sus latidos. – Yo creí que me amabas…- le dije queriendo salir corriendo. Pero me sostuvo del brazo y ahí sí, por fin me miró a los ojos.
- Nunca digas que no te amo, ni siquiera lo insinúes- me dijo muy serio y con los ojos empañados de tristeza – No me quiero alejar de vos pero es más fuerte que yo… mi familia se va a mudar a España-
-¿España?... ¿Por qué? ¿Cuándo?- mis labios no alcanzaban a decir todo lo que mi cabeza quería preguntarle.
- A mi papá le ofrecieron un trabajo muy bueno allá… a mi me ofrecieron una beca en un lugar muy bueno para estudiar. Me tengo que ir…- ahora su mirada en mis ojos dolía mucho… Y no quería sentirla más sabiendo que en un tiempo ya no iba a estar… simplemente se desvanecería de mi vida… como antes…
-Pero- bajé la mirada- ¿Cuándo?
- Ahora sos vos la que no me puede mirar a los ojos…- me abrazó- Si yo hubiera sabido que me tendría que ir, hubiera sido mejor no encontrarte… No te quería volver a lastimar… Me siento muy mal por esto.
-¿Cuándo?- le dije casi gritando, con la cara empapada de lágrimas y lo alejé con fuerza.
- En una semana…- dijo al volverme a abrazar. Intentó besarme pero me alejé.
- No, de nuevo. ¿Por qué me pasa a mí todo?- dije y salí corriendo hacia la parada de colectivo. Saqué el boleto y me senté. Todavía no podía creer cuan rápido se puede perder a alguien tan importante. Mi celular comenzó a sonar, era él… Lo volví a guardar. No quería mas despedidas. Ya con dos estaba conforme, supongo.
Todo el viaje estuve mirando la ventanilla e intentando controlar mis lágrimas que se escapaban de mis ojos tan rápido que no podía fingir que no estaba mal, tampoco llegaba a atajarlas con mi mano.... Si Dios hacía que esto fuera así nunca lo iba a entender, si quería esto por qué me hizo encontrarlo de nuevo…
Abrí la puerta de mi casa y sin saludar a nadie, me encerré en mi habitación y me tiré en la cama. Mi celular no cesaba de sonar. Cuando paró aunque sea un momento, lo tomé y llamé a Van. – ¿Van?- le dije con un hilo de voz.
- ¿Liz? ¿Qué te pasa?… estás llorando- me dijo muy preocupada.
- Vanessa… por favor… pedile a tu mamá si no te podes quedar a dormir en mi casa hoy… necesito hablarte… si no te deja no importa… no te preocupes - le dije con voz entre cortada.
Se escuchó que murmuraban detrás.
- Me dejó. Esperá que me cambio y voy.- dicho esto le corté.
Salí de mi habitación disimulando mi tristeza lo mejor posible y le dije a mi mamá que Anita iba a venir a dormir. Se mostró algo molesta porque fue inesperado, pero no me dijo nada más porque notó que algo me pasaba. Al parecer, no se animó a preguntarme.
Volví a mi habitación a largarme a llorar nuevamente. Hasta que golpeó la puerta de mi habitación Anita. Y le dije que pase. Apurada vino y me abrazó.
- Liz… ¿Qué te pasó? ¿Fue ese estúpido de nuevo no?
- Si… no sé… lo peor es que no puedo culparlo… su familia y él se mudan… Vanessa… a España… en una semana…- le dije como pude y luego seguí llorando.
- No estés mal… Por lo menos volviste a verlo… -
Comenzó otra vez a sonar mi celular… Lo tomé entre mis manos sin atender…
- Debe estar preocupado… me fui corriendo de la estación de tren…- dije al mirar con lástima el celular- Pero no quiero mas despedidas, me cansé… de amarlo, que después se valla y yo lo espere sin tener siquiera la seguridad de que va a volver…
- ¡Atendé! Debe estar preocupado Liz… No fue su culpa-
- No sé…- no quería volver a escuchar su voz sabiendo que lo perdería de todos modos.
- Aunque sea si querés le hablo yo… para decirle que estas bien-
- No, dejá. Yo... le voy a hablar…- presioné el botón de atender y puse el teléfono junto a mi oreja- hola…
-Lizzie, ¿Estás bien?... ¿Estás en tu casa?- se escuchaba muy mal y preocupado.
- Ya llegué… solamente no quería que te preocuparas… chau… - le dije comenzando a llorar otra vez.
- Esperá… si no querés que te hable más… decímelo ahora. No quiero hacerte peor… Parece que siempre empeoro todo…- me dijo casi susurrando.
No sabía que contestarle… no es que yo quisiera que no me hable más, pero parece que la vida si lo quiere… si le decía que no, no me iba a volver a llamar ni a ver… y si le decía que lo necesitaba… no tenía sentido porque se va a ir igual. No estaba segura de nada, de lo único que estaba segura es que me sentía muy mal.
-¿Y? contestame…- me apuraba…
- No sé, porque aunque te quiera seguir hablando, no te voy a ver más igual… En este momento, no confío ni en mi misma… Yo te necesito pero… parece que la vida no quiere vernos juntos…- no podía hablar más, hasta la cabeza me dolía de tanto llorar.
- Entonces, si tanto te lastimé. Lo mejor va a ser que me valla a España… Te amo Lizzie, como nunca amé a nadie- y luego se escuchó el tono.
-¿Qué te dijo?- me preguntó Van abrazándome.
- Que me lastimó tanto que lo mejor es que no me hable más… Y que también era mejor que se valla a España así no me lastimaba más…- le dije mirando el celular y intentando dejar de llorar, en vano.
- Bueno Liz, podes conseguir otro chico. No es el único del mundo. Lo tenés que olvidar. Ya está.
-¡No está! Si antes no pude, ahora que me enamoré mas… no voy a aguantar ni esta maldita última semana… Para colmo ahora me entero que me ama…
-¡Elizabeth, Vanessa a comer!- se escuchó que mi mamá nos llamaba.
-Van anda a comer, y decile que no tengo hambre hoy…
-Ya comí… igual le voy a avisar…-
Vanessa salió de la habitación y yo tomé mi mochila. Al abrirla lo primero que ví fue la cámara. Pero sería un completo masoquismo ver las fotos. Así que solo la dejé en la mesa de luz. Y me cubrí con el acolchado de mi cama. Abrió la puerta Van y entró. Se tiró en el colchón que había en el piso junto a mi cama.
- ¿Para qué servirá el amor no?- me dijo mirando el techo. Yo no le contesté y seguí internada en mis pensamientos…- Liz tratá de estar mejor… estar mal no soluciona nada…-
-Ya sé… soy una experta en ponerse mal…- sonreí entre lágrimas y miré a Van- No quiero dejarlo ir otra vez…- más y más lágrimas salían de mis ojos… ella me tomó la mano.
-Yo tampoco quiero que él se valla, nunca te veo tan feliz como cuando él esta cerca…-
- Es que, cuando esta él… tengo pruebas de que la magia existe…- solté su mano y abracé mi almohada- No puedo perderlo… no quiero ni pensarlo…
- Si es algo tan importante para vos… no se van a separar… Estoy segura Liz… Todavía no se fue…
-Perdón Van, gracias por venir… pero quiero dormir un poco… así olvido un poco este tema…- al decir esto me di vuelta y miré la pared…- Buenas noches.
- Está bien Liz, de nada… sabes que podés contar conmigo siempre.
Cerré los ojos, intenté pensar en otra cosa o no pensar… todo en vano. No podía dormir, me sentía mal. Me dolía absolutamente todo… desde el cuerpo al alma. Después de intentar dormirme un buen rato… me volteé y al mirar a Van me di cuenta que estaba dormida. Miré la cámara… la tomé y la volví a guardar. Me levanté, puse el celular en el bolsillo de mi pijama y me dirigí a la cocina. Puse agua a calentar para tomar mates un rato por si el sueño se decidía a venir esta noche. Curiosa noche. Que fácil es como se terminan las cosas de un día para otro, era increíble la rapidez con que tu mundo se derrumba… como las gotas de lluvia que resbalan por tus dedos cuando las querés atrapar. Cambié la yerba del mate y pensaba “qué metáfora”… sacamos la yerba vieja por la nueva… Y si dejamos yerba vieja mucho tiempo en el mate… marca la madera… Como cuando dejamos a ésa gente importante entrar en nuestra vida… que nos marca de una manera muy especial. Que aunque tratemos llenándonos de otras personas nuevas, esas marcas quedan… Y nunca se olvidan. En fin.
Mientras se calentaba el agua, me dirigí a mi habitación y tomé mi cubrecama, Vanessa estaba dormida profundamente, no notó mi presencia. Llevé todo el equipo de mate al techo y me cubrí con el cubrecama. Me gustaba estar sola mirando el cielo de noche y reflexionar. Hablaba sola… quizás algún día alguien, algo, me conteste ésas preguntas que surgen a la madrugada.
“Será que no tengo que estar con él, que él no tiene que estar conmigo…- tomé mate- Será que solo es mala suerte…-revolví la yerba con la bombilla y agregué azúcar- Será que a éste mundo vendremos a sufrir…Será ésta la voluntad de Dios o quizá me lo merezca por alguna cosa que habré hecho… como castigo.”
-Será que quizás sea para ver que no solo él esta junto a vos para ayudarte y escucharte...- dijo una voz subiendo las escaleras.
Volteé rápidamente sobresaltada, y ví a Van.
-Siempre quise que alguien me conteste… no precisamente vos pero… es bueno escuchar distintas opiniones…- miré el mate con melancolía- Ya se que vos estás junto a mi para escucharme y ayudarme… pero… si él se fue de un día para otro… como estar tan segura que vos no te irás también algún día…-
Vanessa trajo su cubrecama también y se sentó junto a mí en el techo- Lizzie deja de preocuparte por el futuro… viví el hoy. Aprovechá el momento. Si ahora te lamentás por el pasado y no vivís el presente. En el futuro va a pasar exactamente lo mismo…- Vanessa comenzó a cebar mate.- ¿Con azúcar?
-Sí con azúcar- sonreí levemente entre lágrimas- Querés decir… que debería pasar con él ésta semana como si nada… ¿y después dejarlo ir?- Van me alcanzó un mate.
-Son puntos de vista diferentes… creo que después lamentarías que se valla sin haber estado con él… cuando mas te necesitaba-
-Después de todo él no tiene la culpa… ¿No?- tomé mate y la miré. En mis ojos llovía tristeza- No, él no se merece que lo deje ir así…
-Pero te conviene dormir ahora, que vas a hacer a estas horas de la noche Liz.- Van se levantó- Tuviste un día difícil.-
Asentí con la cabeza y ayude a dejar cada cosa en su lugar. Me volví a acostar y creo que el agotamiento le ganó a la depresión. Porque conseguí conciliar el sueño.
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