Y ahí estaba, la princesa blanca, en la habitación de su castillo vacío y silencioso, cansada de amores descartables, cansada de que todos siempre se vayan. Recordaba inclinada el paso de los hombres por su vida, mientras largaba varios suspiros.
Entonces, cuando no pensaba pensar en nadie más, ve por debajo de la puerta, un pequeño mensaje, una carta; algo aceleró su corazón, sin siquiera abrirla.
Era una resurrección del pasado en su presente, era un príncipe que vio en solo pocas ocasiones como un buen amigo, y que nunca fue su príncipe, sino que estaba bien acompañado; y por esa situación habían tenido que distanciarse.
En sus manos la carta pesaba, como si fuera igual al peso de su corazón; ninguno de los dos entendía por qué había en el clima un ambiente de cariño, de confianza, si no eran personas que hayan pasado demasiado tiempo juntas.
Él le expresaba, que estaba solo, que no estaba bien, que ya no estaba acompañado y que en un tiempo cercano iba a viajar lejos. Su emoción por la sorpresa de esta presencia tan esperada se notaba en su sonrisa, la princesa blanca lo esperaba, desde siempre, sin esperar... Y apareció, el regresó a su vida.
Ella envió una respuesta al instante, lo invitó a matar el silencio de su castillo, a acompañarse mutuamente, a darse el cariño que tantas veces fue sancionado y prohibido, ese cariño que nunca se habian dado.
Era un día soleado, con algunas nubes pequeñas, y viento leve no demasiado frío, cuando él apareció en la puerta de su castillo, y ella lo miró con los ojos que se mira un acontecimiento cuando pensamos que no iba a volver a ocurrir. Esta vez la situación era diferente, esta vez, el clima mismo expresaba libertad, en sus ojos había asuntos pendientes que resolver.
Fue una tarde, entre mates y risas, recuerdos y presentes; miradas carnívoras que rodeaban sus ambas almas impacientes por encontrarse más profundamente. Luego de usar todas las palabras, de sumar un poco de Nieztche a la conversación, y de otros poemas, el príncipe se recostó en el mismo lugar donde ella estaba suspirando cuando el resurgió de las tinieblas que lo escondían de su vida.
La princesa blanca se acerco a su lado y lo miró con ternura, ¡Como si pudiera mirarlo de otra forma!. Él estiro su brazo derecho, agarró la mano fría de ella, suavemente, y la aproximo con tranquilidad hacia si. Ella un poco tímida, sin saber cómo reaccionar se recostó junto a el, con la cara próxima a la suya. Sus rostros se iban acercando lentamente, para lograr el beso tan esperado; ella se detuvo un segundo y esbozó una sonrisa mezclada con un suspiro mientras el sonreía, y rozó sus labios con tal cuidado, como espina a piel, como dejando acercarse nuevamente alguien que podía lastimarla, pero esta vez algo le decía, que valía la pena el riesgo.
El beso duró lo necesario, como todo lo que ellos hacían, no se podía medir con tiempo, solo se mide con alma, y ese beso, rebosaba de todo, se había hecho esperar y tenía que ser como fue, totalmente verdadero. Sus bocas se volvieron a separar, de nuevo lentamente, ella aún tenía los ojos cerrados, y la voz suave de él se infiltró en sus oídos : "Guau, tenia muchas ganas de que pase esto. De hecho, creo que hace años que estaban esas ganas." Ella solo expresó cierta paz, como la que reina cuando se cumple algo pendiente entre dos almas. A ese beso le continuaron unos tantos, interrumpidos por risas, mordidas y miradas.
Recostados, él comenzó a halagar la belleza, inteligencia y simpatía de la princesa blanca, la cual algo resignada, contestó que esas cualidades no le sirvieron de nada. - "Atrajiste un Príncipe Oscuro"- Le contestó, mientras la miraba con una sonrisa, y ella le respondió "- No sé por cuanto tiempo lo voy a tener-"; Evidentemente no era un tema menor.
Él comento que no podía prometerle nada, que su cabeza estaba revuelta, y que en un plazo de meses iba a viajar lejos. Ella comprendía, juro que lo hacía, solo que odiaba que todos siempre se vayan, y no podía evitar angustiarse con la idea de volverlo a perder, después de ver la manera en que coincidían. Profundizaron un poco más el tema, pero igualmente, era la primera vez que se encontraban en esas condiciones, y complicar el presente con un futuro incierto era innecesario; Sus almas querían mezclarse un poco más. La Princesa, acotó que su problema es que no tenía miedo de Querer, obviamente refiriéndose a que no iba a temer el surgimiento del sentir que le provocaba el mismísimo príncipe, que en realidad, era un sentimiento que ya había surgido, solo que no tenía miedo de que se expanda mas y se apodere de ella. No sabemos si Él comprendió su mensaje, pero no importaba, eran dos almas similares, sonriéndose una a la otra, jugando, enredándose, creando luz.
Cuando ambos se levantaron de donde estaban recostados, advirtieron que el tiempo había volado, como si hubieran viajado a través de él, de la nada, habían pasado varias horas, ambos desconcertados, miraron la noche que se cernía sobre los prados, a través de la ventana. El príncipe había viajado solo, y con la permanencia de bandidos en esos caminos no era conveniente su regreso en plena madrugada; entonces, mientras titubeaba con la idea, la princesa se acerco y acariciando sus cabellos suaves, le dijo, "No me molesta tu presencia esta noche. Podes quedarte si así lo desesas."; él dudó unos momentos pero aceptó rápidamente, dado que ambos disfrutaban del clima que se producía entre sí. La princesa Improvisó una cena rápida y nada lujosa, pero él no tuvo problema alguno. Luego mientras ella hacía sus ocupaciones y obligaciones, él sin moverse de su lado, cantaba canciones, hablaba de sus habilidades en instrumentos musicales, y le leía filosofía. Ella estaba encantada, no podía alejarse un minuto, si ella se movía a otra habitación, él la acompañaba; y si él se levantaba de su lado para fumar tabaco, ella tardaba un instante en aparecer junto a él y abrazarlo mientras tanto. Cualquier persona que hubiera presenciado esa tarde, no creería que era la tercera vez que estas almas se encontraban; quizás se habían encontrado antes, antes de nacer, en otro mundo, en otro momento.
Finalmente después de terminar sus obligaciones, y tras varios bostezos del príncipe; Ella aconsejó ir a dormir, juntos, no podía ser de otra manera. Era el calor de dos almas en una habitación, en una cama, mientras afuera bailaba una noche helada. Sus almas bailaban, se envolvían y desenredaban, se sonrojaban y respiraban una cerca de la otra. Sus colores se mezclaron, como sus espíritus. La Princesa ya no sería totalmente Blanca, ahora tendría por siempre un tono grisáceo gracias a la interacción con su príncipe... Y así mismo, él, ya no sería totalmente oscuro, por su encuentro con el alma Blanca de la princesa. Casualmente ambos adquirieron el mismo color, como por coincidencia, si es que las coincidencias existen; Adquirieron el mismo color, como quizás debía ser, como quizás siempre fué y nunca lo notaron.
Sólo hay que esperar a ver que resulta de estos dos amantes que siempre fueron modificados por el camino del destino. Quizás como los separó antes, los volverá a separar, y quizás, solo que quizás, de nuevo los volvería a juntar, como los juntó esa noche, como junta siempre al final, a las almas que está destinadas a formar una sola, singular, especial, perfecta.
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