jueves, 12 de mayo de 2011
Intento de cuento, parte I
Hoy casi no alcanzo el colectivo, por suerte corrí y llegué, justo detrás tuyo. Creo que ésta vez alcancé a sentir el aroma de tu pelo. Era un perfume suave y fuera de éste mundo. Me gustó sentir tan cerca tu presencia. Como la vez que me dedicaste unos pocos e inolvidables minutos de tu mirada. Desde ése día decidí iniciar ésta locura tan perfectamente sincronizada de cruzarte todos los días. Éste día me senté en el asiento de un costado, veía tu perfil, me invadía una tremenda ternura y un sentimiento extraño se apoderó de mí. Cuando apoyaste tu cabeza sobre el cristal de la ventana, sólo pensaba en que si te dejaba de mirar moriría, nunca te percataste de mi presencia. Mejor, porque si lo hicieras, me inventarías una obsesión y optarías por mantenerte lejos. No podía dejar de mirarte hoy, inmersa en tus pensamientos, con la leve luz del mediodía alrededor de tu silueta. De pronto te enderezaste y ví una lágrima rodar por tu mejilla. Nunca sentí necesidad tan grande de brindar un abrazo. El poder que tenía tu sonrisa para hacerme alegrar, lo tenían tus lágrimas para hacerme derrumbar. Usaste el puño de tu buzo para tapar esas lágrimas que no dejaban de escapar de tus pupilas. Verte bañada en ésa tristeza me rompió en mil pedazos. Pensé mucho tiempo e inútilmente, sobre alguna manera de acercarme para dirigirte unas palabras... pero razoné que cuando me miraras, mi voz se fugaría y lo único que lograría, era el ridículo. El viaje cada día se me hacía mas corto, y cada día que te veía alejarte algo me dolía. Llegamos al lugar donde usualmente te bajás y te alejás, y como era de esperarse, éso es lo que ocurrió. Y el resto de mi viaje estube deduciendo si mis sentimientos serían una pura locura, pues sólo fué una mirada... ¿Tanto puede generar una mirada? ¿Una mirada puede construír algo tan grande como un sentimiento de Amor? No pensaba eso. Llegué a la conclusión de que lo máximo que tu mirada causó en mí, fué una ilusión, una ilusión de que la mágia existe, de que los ángeles gobiernan la tierra y por último de que existiera una mínima posibilidad de que entraras en mi corazón. Lo que nunca imaginé es que la llave de mi corazón fuera tan simple como una mirada distraída, de una persona desconocida que se apoderó de mi tiempo y de toda mi atención.
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