jueves, 17 de diciembre de 2015



Una frase que me recomendaron de Horacio Quiroga, dice "No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adonde vas."
 Yo desde antes de mi primer palabra en este (y otros) escritos, y hasta antes de tener la intención de escribir, sabía que quería llegar a vos.
Quería escribir algo que viaje por tus ojos, que atraviese tus miedos... Algo que llegue profundamente al abismo de tu pecho, y explote en mil sensaciones. Un papel que lleve escrito en almas todo lo que siento y que como un virus se propague en tu cuerpo.
Que haga a tu cuerpo temblar, como tiembla el mío cuando tus ojos me observan. Un virus que te haga sentir frágil ante cualquier cosa que yo diga, porque hace a mi voz el canto mas hermoso, pero, de sirena que puede desatar naufragios.
Quiero que naufragues en mi mar. Lances anclas, que te quedes en mi muelle. Quiero que contemples los mas conmovedores atardeceres, en mis playas... Y que amanezcas ahí tumbado. Nunca solo. Ya no.

Si un papel tuviera esos poderes maravillosos... Trataría de descifrarlos todos, para tenerte, como me tienes.
Ni más, ni menos. Igualdad de condiciones. Mi vida es mía, mi corazón tuyo; mis escritos con tu destinatario...
Tu lado es un misterio, mi barco no encuentra tu puerto. Veo a la lejanía tus tierras, sin muelle. Y naufrago, en silencio; ya que nadie hay para oír, mis deseos.



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