Ella salió rumbo a ningún lado con sus zapatos de tacón. Salió sin objetivo, sin compañía, sin ganas, pero salió. No pensaba, no tenía nada que hacer, solo salió. Su pelo se despeinaba con el viento, no le importaba. Ella no sonreía, pero tampoco lloraba. No estaba feliz, pero no se quejaba. Dos cuadras, tres, diez y así. Ni una palabra escapaba de su boca pintada bordó. Sus ojos estaban fijos en el horizonte, tenía un objetivo, nunca supo cuál. Solo siguió sus instintos.
Él estaba demorándose, en su trabajo le esperaba ya una sanción por su demora. Con su camisa blanca y su corbata desprolija salió. Con sus pasos firmes avanzaba, no soportaba ser impuntual. Solo se repetía "Nada bueno va a salir de ésto", el eco de sus palabras no dejaba de resonar en su cabeza. Sabía que esas palabras, eran pura farsa... pero no, realmente no lo sabía, algo en su interior lo presentía.
Ella seguía derecho, nunca giró en una esquina, ahora mismo se aproximaba una. No prestaba atención, buscaba algo, no sabía que. Sin embargo, comenzaba a ir mas rápido. Su corazón se aceleraba cada vez más sin motivo, al menos sin motivo que ella sepa.
Él revisaba los papeles de su mano, mirando cuidadosamente que sean los correctos. Su jefe no soportaría una llegada tarde seguida de un error. No prestaba atencion a la vereda, ni a la calle, ni a la esquina... Ya no caminaba, corría. Su corazón latía a una velocidad incomparable con otras veces. Él pensaba que era normal, por el hecho de que estaba preocupado y corriendo... Pero no era así.
Ambos llegaron a la esquina, pero al mismo tiempo. El golpe de sus cuerpos fué muy fuerte. Los papeles de la mano de él, volaron y se dispersaron por todos lados. Empezó a juntarlos desesperadamente sin prestarle atención a la persona que se había chocado. Ella solo se ocupaba de correr su cabello, pues no la dejaba ver nada. Sus miradas se cruzaron, sus ojos examinaron al otro casi al mismo tiempo. Sus corazones se tranquilizaron pero a la vez saltaban de alegría. Ninguno sabía por qué, ni tampoco que decir, sus ojos hablaban por si mismos. Se notaba que era todo un truco del destino, la caminata de ella y la de él. Tenían que conocerse. Pero entonces, ambos se pararon, no podían desprender la mirada de la otra persona. Ella terminó de juntar los papeles de él y se los entregó. Se sonrieron.
Y cada uno siguió por su camino original. Aunque el corazón de ambos, quedó en esa esquina. Ella caminó unas cuadras más, sin saber por qué, luego volvió por el mismo camino resignada y se fué a su casa. Él llego a su trabajo, su jefe no lo regañó tanto por su falta al horario... Él pensaba que todo en el día había salido bien al final. Pero solo pensaba eso, porque no sabía... que por no mirar, no prestar atención, no escuchar a su corazón... Intercambió a la mujer de su vida, quién podría haber sido su media naranja... por no tener una sanción en su empleo. Que como mucho le durará, unos dos meses más.
La vida nos da cosas muy malas, pero también oportunidades... Hay que mirar alrededor. No sentarse a esperar. Si nó vivir, prestar atención a todo en todo momento, pues cada momento es irrecuperable... Sólo pasan una vez. Puede ser que el amor de tu vida, choque contigo en una esquina... Y por no querer demorar mirando profundamente en sus ojos, lo pierdas. Él destino habla, manda señales, ayuda... Pero nada sirve si no lo escuchas..
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